Poco a poco uno va abriendo su mente, o le ayudan a abrirla (gracias Reinasinespejo) y va encontrando tesoros que no están tan a primera mano, o plana, en según que lugares.
Uno de ellos puede ser la Zarzuela. Mi imagen preconcebida era tan simple como lo son todas: algo trasnochado y caduco, sin mucho interés. Y como casi siempre, estos clichés son erróneos.
El domingo pasado estuve viendo: Doña Francisquita, cuya música es de Amadeo Vives, libreto de Federico Romero Sarachaga y Guillermo Fernandez-Shaw Iturralde, basado en la obra de Lope de Vega: La Discreta enamorada.
No puedo decir otra cosa que me encantó, no es la primera obra de este tipo que presencio, y descontando una representación en el que la compañía que le dio vida no estuvo muy acertada, cuanto menos he salido satisfecho del teatro. Tiene algo de mágico escuchar esas voces forjadas a base de estudio y trabajo, acompañadas por una sincronizada orquesta. Es algo que merece la pena presenciar.
Sobre la obra; el argumento se basa en el amor (¡Como no!): un trio amoroso, corazones despechados, cariños discretos y fuerza de voluntad. Mezcla de comicidad con reflexiones más profundas, llantos y risas dentro de una mirada costumbrista a ese Madrid de finales del siglo XIX que tenía poco de ciudad cosmopolita y mucho de cabeza de partido.
A destacar, La canción del Ruiseñor interpretada magistralmente por la soprano Mariola Cantarero. Os dejo otra interpretación de la misma artista y número pero del año 2006.
Y la romanza de Fernando cantada por el tenor: José Bros
Espero que si alguien lee este articulo le sirva de acicate para comprar un par de entradas para estos espectáculos líricos. Porque, al fin y al cabo todos esos musicales que saturan la Gran Via, ¿qué son sino Zarzuelas modernas?
Brausencito recomienda ir al teatro de la Zarzuela de Madrid, aparecerá como de improviso a tus ojos y dentro de él te sentirás como en casa. Probadlo no muerde y tiene ¡precios populares!