sábado, 28 de septiembre de 2013

Isabel II - Isabel Burdiel

Una época puede estar marcada por una persona como una persona puede estar marcada por una época de su vida, es más probable que suceda lo segundo que lo primero. Para que un ser humano deje su impronta en toda una etapa de la historia se tiene que cumplir una de estas dos premisas: o que su personalidad sea gigante y por tanto arrastre la corriente de su tiempo hacia su centro, o que su responsabilidad sea enorme y sea la época la que arrastre al personaje. Este es el caso de Isabel II en la España del siglo XIX.

Isabel Burdiel nos desgrana los pormenores de la vida de Isabel II, desde que nace hasta que muere exiliada en Paris en 1904, en un enorme trabajo de documentación y zapa, buscando entre miles de cartas, especialmente interesante es la correspondencia entre María Cristina de Borbón y su hija Isabel II, prensa de la época y todo clase de documentos y panfletos que hacían hervir a una España que vivía una época de crisis y guerra.

En un sistema donde la figura de la reina era fundamental, ningún gobierno podía mantenerse en el poder si la monarca le retiraba su confianza, una estrategia común era el tratar de influir sobre su ánimo para que forzase la salida de las personas que no interesaban de los gabinetes y entrasen en él los afectos a cierta tendencia. Para tal propósito no se ahorraba un real en estratagemas, el primer interesado en modificar las opiniones de la reina era: Francisco de Asis, su señor esposo, primo y rey consorte, que lideraba una camarilla ultra conservadora que en varios momentos trató, incluso, de hacer ceder los derechos de su mujer al trono en favor del candidato de la rama carlista. 

Otras opciones para alterar el pensamiento de la reina, era a través de su madre y su padrastro el Duque de Riansares, siempre atentos a la posibilidad de medrar económicamente, y usando el más que característico lazo entre madre e hija. Tampoco faltaron los intentos de llegar al alma de la reina por su corazón; muchos de sus amantes tuvieron notable influencia en la política de la época, o por la atribulada conciencia religiosa de Isabel II, un esperpéntico ejemplo de ello es sor Patrocinio, la monja de las llagas, que tuvo que ser alejada de la corte para evitar su influjo en la real persona.

Una época tan maravillosa como inquietante, no es de extrañar que Valle-Inclán hiciese sangre y sorna de esta época en sus obras y llamase La Corte de los Milagros a los personajes que rodeaban a los reyes, pero no hay que olvidar que muchos de los problemas que aún acechan a este país tienen su origen en aquellos años.

Un libro perfectamente documentado que tiene la gran virtud de ser ameno, ya que está narrado con un estilo ágil y ameno.



martes, 17 de septiembre de 2013

Aire de Dylan - Enrique Vila-Matas

Entrelazando libros que hablan de metaliteratura, siguiendo estelas que marcan unos autores sobre otros, comparando mi leve experiencia como escritor con la suya, disfrutando de Aire de Dylan escrito por Enrique Vila-Matas.

Hamlet contamina el Aire de Dylan, la sombra del padre sobre el hijo, el progenitor es un escritor de culto que muere de manera repentina y que ocultaba la figura de su descendiente Vilnius, de gran parecido con el cantante norteamericano, y traumatizado por las diversas caras del narrador. La obra es contada por un testigo que conoce a Vilnius en un congreso sobre el fracaso, y se siente inmediatamente atraído por el personaje.

A través de la frase motor "Cuando oscurece, todos necesitamos a alguien", que aparece en el único corto de Vilnius, y su búsqueda por encontrar al verdadero autor de la misma, Little Dylan ira descubriendo aspectos opacos de su padre, como que tenía una amante, y se ira forjando una idea más precisa de que espacio ocupan los dos, en qué lado del tablero de ajedrez se encuentra cada uno: Lancastre, patriarca de mil caras, postmoderno, trabajador y alcohólico contra el joven Vilnius, indolente, infraleve, auténtico e imitador del holgazán de la literatura rusa: Oblomov

Desde diferentes puntos de vista, un testigo que representa al escritor que ha decidido dejar de escribir, y se involucra en esta trama impregnada de tragedia, un hijo que es contraposición a su padre, una madre malvada que odia a ambos, crece una obra que bebe un poco de muchas fuentes: Shakespeare, F. Scott Fitzgerald y Goncharov entre otros. Posiblemente sea una contraposición de dos maneras de hacer literatura: aquella donde el escritor repetía una y otra vez el mismo tema en diversos libros, y esta otra donde muchos temas son abordados en una sola obra.

Posiblemente esta manera en la que Vila-Matas encara la obra, sea más cercana a la vida, donde todo se cruza y se fusiona, donde en una tarde puedes pasar de estar bebiendo una copa y criticando banalidades a buscar el sentido de la vida en el fondo del segundo vaso de vidrio que seca tu garganta. 

Todos deberíamos hacer como Vilnius y Debora, examante de Lancastre y heredada pareja de su hijo, y ponernos como única actividad al día, el conseguir crear una idea, solo una, aunque no la llevemos a la práctica. He de confesar que yo paso hasta semanas completas sin conseguir parir una idea, es un buen ejercicio el que recomienda el escritor  barcelonés, aunque sólo fuese por eso, la novela tiene mucho más en su interior, ya merecería la pena su lectura.



martes, 3 de septiembre de 2013

El váter de Onetti - Juan Tallón



Escribir sobre escribir es algo que muchos, por no decir todos, de los que hemos intentado juntar cuatro letras y una historia hemos hecho. Las sensaciones que produce el conseguir algo coherente son tan maravillosas como inquietantes las que trae consigo sentarte delante de una pantalla en blanco y embadurnarla con estupideces. De esto trata, entre otras cosas, El váter de Onetti, escrita por Juan Tallón

Relata su mudanza a Madrid, para trabajar en el Ministerio de Justicia, harto de la situación que vive en el periódico en el que trabajaba. Va haciéndose un hueco en la capital, encontrando los bares, los gin-tonics, las personas que hacen que un lugar desconocido se acabe convirtiendo en algo parecido a un hogar. Paralelos a este proceso de adaptación/supervivencia se encuentra su estancamiento creador,  el recuerdo de como creo su anterior libro: El caso Aira-Bolaño y la relación que mantiene con sus vecinos de pared.

Todas estas tramas se mezclan en la novela, como en la vida real, donde nuestra cabeza avanza, retrocede y se pierde sin orden ni concierto ni patrón definido. Hay días que tomando un gin-tonic nos enteraremos de como el dueño de un bar ha conseguido poseer el váter de Onetti, o que perdido en las olas de nuestra taciturnidad meditemos sobre si el matrimonio con el que compartimos pared se dispone a cometer un crimen o no. Son cosas que nos pasan, sin razón, sin conexión.

Dividida en estas diversas capas: lo escrito, lo leído, lo escribible, lo que está siendo escrito y por supuesto, lo que se vive, en El váter de Onetti  cada una de las cinco categorías está en continuo contacto con el resto y se funden en un magma común creando una tupida red que se puede comparar con el cerebro de un escritor, donde los flujos de información van y vienen, tratando de recordar lo escrito, inspirarse en lo leído, desenmarañar lo escribible, parir lo que se está escribiendo y, conseguir seguir viviendo, mientras tanto.

Una magnífica novela que nos recuerda que escribir/leer es vivir para muchos.