domingo, 28 de noviembre de 2010

El alcalde de Zalamea - Teatro Pavón de Madrid

Este jueves tuve el placer de asistir a la representación de: El alcalde de Zalamea, que como todos sabéis nació de la pluma de Calderón de la Barca. El lugar fue el Teatro Pavón de Madrid, la versión y dirección se deben a la mano de Eduardo Vasco.
Puede parecer sorprendente comprobar como obras escritas en el siglo XVII, siguen teniendo una vigencia absoluta en nuestro mundo contemporáneo, pero en el caso de obras maestras, y aquí estamos hablando sobre una, no lo es. Esa es la razón por la que se siguen representando, por la que el público la aplaude cerradamente durante más de cinco minutos o por la que actores y actrices de gran nivel disputan por interpretarlas.
Calderón habla en su obra de la igualdad, de clases: villanos y nobles, de género: hombres y mujeres. Sobre estos dos ejes la acción va creciendo, sin olvidar nunca al humor que se hace presente en varios momentos del argumento, y de, manera más llamativa en estos dos personajes: Don Mendo y Nuño.
Ambos temas siguen demasiado vivos en nuestro siglo XXI, cuatrocientos años no han servido para limar diferencias en las cuestiones de género, no hace falta más que abrir cualquier periódico para darse cuenta de ello, ni entre nobles y villanos, los términos han cambiado pero los desniveles entre clases siguen siendo más que evidentes.
Mención especial se merece el personaje de Pedro Crespo, magníficamente interpretado por Joaquin Notario, es la voz de la sensatez, el sentido común y la inteligencia. No entiende de noblezas o machadas, sólo de hombres y mujeres felices y coherentes.
Valga este post para que alguien vaya a ver esta magnífica obra. En el Pavón hasta el 19 de Diciembre y posteriormente de gira por toda España.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Darío Jaramillo - "Memorias de un hombre Feliz"

Este libro trata un tema tan controvertido como la felicidad, y si a eso le añadimos que el protagonista la alcanza asesinando a su esposa, alcanzamos un mejunje complicado de manejar y políticamente incorrecto en los días que corren. Quizás sea el reclamo perfecto para lectores fuera de la corriente general que arrastra a las masas lectoras, la editorial (Pre-textos) debería meditarlo.
El protagonista, Tomas es amante de las maquinas, de la precisión, de lo unívoco, poder montar y desmontar un aparato para que trabaje de la misma manera que antes, por eso prefiere la compañía de los artefactos al del género humano, bastante más díscolo en lo que a su funcionamiento se refiere. La obra es interesante y merece la pena ser leída, pero me voy a centrar en dos temas que toca el autor en ella. El primero es el principal del libro y el que le da nombre: La felicidad.
Tomas la alcanza de una manera harta simple, centrando su intelecto en amar su trabajo, fijarse en cada uno de los más mínimos detalles de la planta de producción que trabaja. En su tiempo libre se emplea en reparar relojes antiguos. Absorbido su tiempo casi absolutamente en eso no le da tiempo a divagar o pensar en otros temas que le apartarían de la senda de la sonrisa y le llevarían al vericueto de la lágrima. Centrar la mente en algo útil, provechoso o gratificante para uno mismo es necesario para un equilibrio que lleve a la felicidad, ya he citado en diversas ocasiones ese párrafo de Pablo D'Ors en el cual Zollinger es feliz haciendo zapatos, amando su obra. En el fondo Jaramillo dice lo mismo, baste para ejemplificarlo esta cita: "Tal vez la gran reforma educativa consista en que lo primero que todo individuo debe aprender en la vida es a disfrutar de su trabajo. No me parece difícil conseguirlo. Es más, me parece más difícil hacer el trabajo cuando se lo odia que cuando se lo ama. Con la ventaja adicional de que con el amor logra hacerlo mejor y que la curiosidad se despierte."
El otro tema que se toca en el libro y que a mí especialmente me ha llamado la atención es la reflexión del protagonista sobre la música. La odia, no soporta el continuo sonido estridente entrando por sus orejas. La explicación es fácil, nacido en un pueblo colombiano en los años treinta, no podía escuchar nunca o casi nunca la radio y menos aún en directo, sólo en las fiestas patronales de su villa. Nosotros, o yo al menos, he nacido envuelto en las siete notas, mamando melodías y gritando estribillos de serie de dibujos animados. Es algo tan natural como el caminar, pero para Tomas no, para él lo natural es trabajar en absoluto silencio, como lo es para mí escribir mientras escucho música.
Buscaré más libros de Darío Jaramillo, os mantendré al corriente.

sábado, 30 de octubre de 2010

Fernando Pessoa - El banquero anarquista

Hablar de Pessoa es hablar de miles de escritores en uno, de una variedad sin limites, de un universo en una sola persona (todos tenemos ese cosmos dentro de nosotros pero pocos se atreven a sacarlo). Sus heterónimos hablan por él, con él y a través de él.
Mucha parte de su obra son fragmentos, maravillosas reflexiones, retales y pinceladas escritas en su amada Lisboa. Los estudiosos se rompen la cabeza tratando de encajar los fragmentos afines, tratando de organizar una obra consolidada y pétrea, que posiblemente Pessoa no quiso crear o le faltó tenacidad para consolidar.
Yo me voy a centrar en un pequeño cuento que acabó y cerró con suma maestría. El banquero anarquista es una muestra de como funcionaba el cerebro de Pessoa, razonando, hilando y machacando con su lógica un argumento tras otro.
En el relato explica como un anarquista convencido llega a convertirse en banquero sin renunciar,supuestamente, a sus principios. La base de todo el argumentario es esta definición de anarquismo: "¿Qué quiere el anarquista? La libertad- la libertad para sí y para los otros, para la humanidad entera. Quiere estar libre de la influencia o de la presión de las ficciones sociales; quiere ser libre tal cual nació y apareció en el mundo." A partir de esta base, justifica las diferencias entre los hombres ya que unos nacen altos y otros bajos, y eso es lo natural. Para luchar contra las ficciones sociales, termino que usa en toda la obra, se une a un sindicato, pero con el paso del tiempo se da cuenta que dentro de la misma organización anarquista se producen casos en los que unos mandaban sobre otros, se creaban lideres y subordinados. "Tiranía" usando las palabras expresados por el banquero anarquista. Le asaltaba esta duda: "Y ahora dígame si a través de ese cargamento de tiranías entrecruzadas entrevé usted alguna sociedad futura que se parezca a una sociedad libre".
Para evitar este problema el protagonista decide trabajar aislado en pro de una sociedad sin ficciones sociales. En solitario evitaría subjuzgar a los otros en su lucha común. Se le presentaban varias posibilidades para contribuir a la causa anarquista: propaganda, distribuyendo sus ideas, acción directa, matando a algún miembro destacado de la sociedad o librándose del mayor opresor de la sociedad: el dinero. Así es como se hizo banquero, porque una vez superada la traba de los ingresos, él sería libre y cumplía el objetivo ácrata.
Por supuesto que a este razonamiento se pueden poner muchos argumentos de peso en su contra, pero Pessoa es un literato no un politólogo.
Recomiendo humildemente su lectura como primer paso para acercarse al magnífico monumento de miles de caras que es la obra Pessoana.

domingo, 3 de octubre de 2010

Manuel García Rubio, Sal

Los personajes de esta novela son grandes terrones de sal. Compactos e impresionantes en un principio, vulnerables al agua al fin y al cabo.
Manuel García Rubio es el escritor de Sal y nos hace seguir las peripecias de Urbano por la vida, un aspirante a guionista que durante toda la trama de libro trata de terminar su supuesta obra maestra: "Florecerán las barbas apostólicas". Tras él aparecen su hermano Selmo, y su amigo Tino. Las aventuras que le suceden a los tres hacen a la novela amena e hilarantes por momentos. Por poner un ejemplos: Selmo monta un negocio de charlas, queda con su clientes con el único objeto de dialogar sobre el tema que desee su interlocutor por espacio de una hora y bajo pago del estipendio acordado. Selmo triunfa y yo estoy tentado estoy de llevar la idea a la realidad, sino es que alguien ya lo ha hecho con anterioridad.
El personaje que más me llamó la atención es Julian Avellaneda, un ricachón octogenario que ve el suceder de los acontecimientos desde su promontorio de experiencia y sapiencia. El autor a veces le otorga el papel de deus ex machina. Será usando a este personaje como Manuel García proclama el tema intimo y aglutinador del libro. El capitulo 33 es un articulo lamado Delicuescencia y fimado por Julian Avellaneda. Aquí os dejo dos citas que creo que son suficientemente ilustrativas: "Ni siquiera nos importa nuestra identidad, tan solo aguardamos a que se nos asigne algún cometido con el que entretener el paso del tiempo".
"A medida que pasa el tiempo, nuestra biografía va pareciéndose menos a una narración del yo y más a un muestrario del esto: hemos pasado de la vida como una epopeya heroica de autoafirmación a la existencia como colección banal de estampas".
Eso exactamente es lo que hacen los personajes centrales del libro, cambiar cromos, añadir retazos a un lienzo en blanco, sin dibujo, sin coherencia. Terrones humanoides de sal que se van diluyendo poco a poco con el contacto del agua, del oceano, del mar, que no es otra cosa que la vida.
El libro tiene muchos matices e historias secundarias que serían dignas de rescatar, cada cual sacará a la luz lo que más le llame la atención. Yo sólo recomiendo su lectura y su posterior reflexión.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Memorias de un hombre de madera- Andrés Ibañez

Pocas veces se tiene la suerte que un escritor te recomiende a otro y yo tuve esa fortuna. Pablo D'Ors me aconsejó que leyese a Andrés Ibañez y aquí estoy comentando su obra: Memorias de un hombre de madera.

Memorias es una búsqueda, no una búsqueda extraordinaria, nada fuera de lo común, es un camino que todos recorremos. Son unos interrogantes que siempre surgen en la vida de cada ser humano, que intentamos ahogar con la rutina, la repetición incesante de una letanía que acalle a la consciencia: "Somos mecánicos. Todo lo que hacemos todo el día son acciones mecánicas. Son las acciones no mecánicas las que nos cuestan tanto. Los intentos de ser conscientes cuestan siempre un enorme esfuerzo".

Esteban, el protagonista del libro comienza buscando la "montaña", un club de gente que quiere descubrir ese accidente geográfico dentro de si mismo, pero la trama no sigue la corriente que uno esperaría, vira y usa una metáfora para enfrentar al protagonista consigo mismo y con los demás. Por mucho que lo intenta: "Trabajo mucho en mi taller , mucho, más de lo necesario. Quiero ocupar mi tiempo, quiero parar mi mente." Su cerebro no le da tregua, cuestiones sin respuesta. Miradas sin reflejo. "Cuanto hablamos siempre, cuánto nos quejamos por todo, cuánto nos esforzamos por explicar las cosas, que elocuentes somos siempre para intentar expresar esa grandeza que nadie nos reconoce, pero luego morimos, uno tras otro, todos morimos, y entonces nuestras palabras quedan sonando como esa espuma amarillenta que bate una y otra vez en las playas desiertas en las que no hay nada más que el viento, las gaviotas y los restos desvencijados de antiguos naufragios."

Pasos ciegos, escalones rotos, agarrarse al materialismo, a la religión, soluciones que millones de personas han buscado antes de nosotros y a muchos les han funcionado y a otros no. "¿Quién tiene razón? Puede que los dos la tengan en el momento en el que hablan. Puede que los dos tengan razón a su manera, y que la realidad sea tan compleja, tan multiforme, que admita esas dos versiones de la verdad en las que ambas formas de ver el mundo sean en realidad la misma."

Espero que si alguien lee esto le pique la curiosidad por beberse la copa entera y no sólo mojarse los labios con los mínimos extractos aquí reflejados. Un libro perfecto para un debate abierto y franco sobre cosas inherentes al hecho de estar vivo.

lunes, 9 de agosto de 2010

Historias inacabadas

Y Brausencito sigue mirando al cielo, ahora se pregunta como es posible que caiga tanto barro sobre su pequeño coche. ¿Será posible meter el automovil dentro de la piscina? Así el coche queda limpio y la piscina se convierte en playa..

De cada libro puede nacer otro, siempre hay algo a rescatar, un hilo que queda cortado, o una idea solamente insinuada que a otra persona puede parecer brillante, una bola de billar que empuja a otra sin que ninguna fuerza la pare en su rodar.
Sobre eso trata esta entrada, de una ocurrencia que tuve al leer: Historia naval de la Gran Guerra de Mateo Mille. Un libro, que como bien te puedes imaginar amigo lector, trata sobre lo que parece, de buques, cañones, submarinos y demás bombardas embarcadas en cualquier medio que flote. El libro fue escrito en 1935 y por eso se habla de la Gran Guerra en vez de la Primera guerra mundial y, aquí viene la idea entresacada a golpe de hacha de mis meninges: me llamo la atención la imagen que se da de Winston Churchill en la obra.
En aquel periodo era el Primer Lord del Almirantazgo y ordenó un ataque en la península de Gallípoli, con el objetivo de ayudar al frente occidental francés presionado por la maquinaria bélica germana. La jugada ideada por Churchill no resultó muy afortunada, las bajas fueron enormes y no se consiguió nada de positivo. Mateo Mille ataca al entonces Primer Lord como máximo responsable de este fracaso, desde luego es estúpido esconder su parte de culpa . Lo curioso, es que al leer cualquier biografía que te puedas encontrar en Internet de Sir Winston (http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/churchill.htm) este hecho no se menciona casi o simplemente se omite.
En Gallípoli murieron más de cien mil personas y se combatió con ardor en ambos bandos. No fue una batalla decisiva, en la Gran Guerra casi ninguna lo fue, pero queda minimizada en los relatos de la obra y milagros de Sir Winston. ¿La razón? Su enorme peso en la lucha contra el Tercer Reich. Si el Lord hubiese muerto poco después del desastre de los Dardanelos, se le recordaría como algo totalmente distinto a lo que es ahora.
Las historias, pueden dar muchas vueltas hasta su final, equivocarse al principio, acertar al final. Hasta que el arbitro no pita el final, hasta que no nos arrebatan nuestra historia (vida) todo puede cambiar.

Brausencito recomienda: Niño Malalengua y su cd: Panicotidiano. También recomienda a la lluvia no mezclarse con el barro, esta mucho más bella sin él.



martes, 8 de junio de 2010

Festival

Brausencito mira apenado el cielo, la temporada de piscina va a comenzar en apenas unos días y el frío invita más a tapar las lorzas que a lucirlas con singular desvergüenza.

Voy a diseccionar el siguiente relato: Festival que pertenece al libro: El tiempo envejece deprisa escrito por Antonio Tabucchi, por lo cual, amable lector, si desea dejarse sorprender por el mismo, abandone de manera inmediata este blog. Si por el contrario quiere disfrutar de un coqueto resumen, no lo dude, siga leyendo. No queda claro, por lo que comenta el autor a modo de epilogo, si esta historia está basada en hechos reales o no.
El relato es como sigue: un país policíaco, en el cual todo es estado, vigilante, sospechoso y controlador. Al protagonista le toca representar la farsa del abogado defensor que siempre ha de perder, sin excederse en su cometido, falto de pasión en su labor, ya que de lo contrario se pondría en entredicho su lealtad a la patria.
Este circulo vicioso (estado acusa, estado finge que defiende, estado castiga sin piedad) continua imperturbable hasta que un día, en uno de los juicios en el que el protagonista actúa, aparece un hombre con una cámara al hombro y un micrófono al cinto. Coloca estos de tal manera que recoge perfectamente los discursos de todos los presentes y graba de espaldas al acusado pero de frente a los jueces.
En ese proceso la pena fue increíblemente leve para lo que acostumbraba el fiero tribunal.
El abogado defensor se dio cuenta de dónde se encontraba el nudo gordiano de la cuestión y reclamó la presencia del cineasta en todos aquellos procesos que consideraba que eran aún más despiadados e injustos de lo habitual; y siempre con el mismo resultado: penas mucho menos encarnizadas que sin su presencia.
Un día, el documentalista al recibir la llamada del abogado, contestó que no podía ir a los juzgados, ya no tenía cinta en la que grabar. El estado llevaba meses deliberando el concederle o no más metros para proseguir sus documentales. Convencido por el abogado, acudió al palacio de justicia sin rollo para filmar en la cámara, pero consiguieron el mismo resultado: penas leves.
La moraleja o moralejas pueden ser tantas... cada cual puede elegir la suya. Unos ojos mirando tienen tanta fuerza como para: evitar los golpes de un brazo desquiciado, apartar los dedos de un gatillo sensible, dar la señal de alarma ante una injusticia,...
La impunidad es muy peligrosa, cuando una persona se siente invulnerable olvida su cobardía y es capaz de sacar lo peor que lleva dentro: avaricia, ambición, despotismo o crueldad.
Parece mentira que en este siglo XXI en el que vivimos, en el que en un partido de fútbol, boda real o en un simple salir a la calle de el famoso de turno se centran millones de ojos, aún haya tanta injusticia sumida en la oscuridad de anonimato.
Pero no hay peor ciego que áquel que no quiere ver.

Brausencito recomienda a Supersubmarina, en los dos últimos meses ha escuchado unas cientos de veces sus canciones. Su favorita: Ola de calor



domingo, 9 de mayo de 2010

Vida y literatura

He estado bastante tiempo dándole vueltas al libro sobre el cual voy a hablar ahora: La casa Verde de Mario Vargas Llosa.
No sabía como interpretarlo, si sus florituras estilísticas, temporales y formales tienen cabida en la vida real, si es todo un artificio o un juego para entretener al lector sin reflejo en el lago de la vivencia personal. Pero antes de seguir, voy a dar un breve resumen del argumento del libro:
Perú, Perú entre principios y mediados del siglo XX, Perú selvático y tropical. Santa María de Nieva, Iquitos, Piura y como no; la selva. Personajes: ambiciosos con dinero y poder como el Señor Reátegui, codiciosos y sin escrúpulos como Fushía, personas que pasan del convento a la casa de lenocinio como Bonifacia y así una baraja de seres que interactúan en este pequeño universo.
Lo interesante del libro aparte de su historia, es como está escrito, puedes encontrar diálogos cruzados, dos personas hablando al mismo tiempo que lo hacen otras dos en otro lugar o periodo de tiempo. Monólogos interiores que se entrelazan, el del cura con el dueño de la casa de putas. Personajes que aparecen hace cincuenta años y en el momento presente. Todo para intentar explicar como actuan ahora los personajes debido a como lo hicierón en el pasado, que a su vez estaba motivado por mil y una razones y esperanzas.
Realmente la vida es así, una serie de personas que se mezclan en millones de planos, porque cuando tu hablas con un amigo, no habla sólo tú yo actual y presente, sino que por él hablan todo lo que has vivido y sentido, tus cicatrices mal curadas y tus ilusiones agonizantes, tu yo pasado y aún latente, tu borrá del café aún humeante.
Los libros son lineales porque es imposible abarcar la vida en unas páginas, se escapa por sus bordes, hay que simplificar, buscar la esencia y cimentar la base. Y por supuesto, cuanto más se acerca una obra a la esencia de la vida más complicada se hace su lectura. Yo muchas veces leo para divertirme sin más, y no para que me recuerden la maldad del mundo o la llave de la existencia, esto a su vez, no es otra cosa que vivir. Todo es bueno, todo es posible, todo es alabable, todo es vida.

sábado, 24 de abril de 2010

Arcade Fire - No Cars Go

Hacía mucho que no recomendaba alguna canción y ayer me vino la inspiración o simplemente el recuerdo, estaría perdido en mi cabezota dura, y dio la casualidad que la pincharon en Moby Dick justo antes de terminarme mi chispazo y recordé lo mucho que me ha hecho disfrutar está tonadilla.
Una de esas canciones que dice tanto por la letra como por la increíble fuerza de su música.
El tema es: No Cars Go de los canadienses Arcade Fire. Se encuentra en su disco Neon Byble, titulado así como homenaje a John Kennedy Toole, el genial creador de Ignatius Reilly.
La traducción del ingles es de un humilde servidor, abstengase de mandarme cartas bombas por su nefasta calidad.

No Cars Go
:
We know a place where no planes go
We know a place where no ships go

(Hey!) No cars go
(Hey!) No cars go
Where we know

We know a place no space ships go
We know a place where no subs go

(Hey!) No cars go
(Hey!) No cars go
Where we know

(Hey!)
(Hey!)
(Cars go!)

(Hey!) Us kids know
(Hey!) No cars go
Where we know

Between the click of the light and the start of the dream
Between the click of the light and the start of the dream
Between the click of the light and the start of the dream
Between the click of the light and the start of the dream

I don’t want any pushing, and I don’t want any shoving.
We’re gonna do this in an orderly manner.
Women and children!
Women and children!
Women and children, let’s go!
Old folks, let’s go!
Babies needing cribs, let’s go!

No llegan coches

Conocemos un lugar al cual no llegan aviones
Conocemos un lugar al cual no llegan barcos

No llegan coches
No llegan coches
a donde nosotros sabemos

Conocemos un lugar al cual no llegan barcos
Conocemos un lugar al cual no llegan submarinos

No llegan coches
No llegan coches
a donde nosotros sabemos

Nuestros niños lo saben
No llegan los coches
Donde nosotros sabemos

Cuando apagamos las luces y comenzamos a soñar
Cuando apagamos las luces y comenzamos a soñar
Cuando apagamos las luces y comenzamos a soñar
Cuando apagamos las luces y comenzamos a soñar

No quiero empujones, no quiero apreturas
Vamos a hacerlo de manera ordenada
Mujeres y niños
Mujeres y niños
Mujeres y niños, ¡Vamos!
Ancianos, ¡Vamos!
Los niños con sus cunas ¡Vamos!

Por último el video:





domingo, 4 de abril de 2010

Andanzas del impresor Zollinger

Pequeña reseña e impresiones sobre la obra: Andanzas del Impresor Zollinger, manufacturada por Pablo D'Ors

No sé me ocurre otra manera mejor de definir este libro que como una fábula. Una fábula con diversas moralejas, insinuadas como leves caricias del lenguaje, brisas de lucidez en la marea de la vida.

Y no es otra cosa que una vida lo que nos cuenta D'Ors,con sus pasos, sus tropiezos, sus aprendizajes, sus fantasmas terribles y beatíficos: "Sabía que la vida de los hombres, cuando envejecen, se va poblando de fantasmas. Y sabía también - lo iba sabiendo- que son esos fantasmas los que, después de todo, ayudan a vivir".

En cada estación que recorre August Zollinger se deja un poquito de su ser y añade una pizca nueva a la amalgama de su alma. Como empleado de la Ferrovia descubre el amor y la muerte, en el tercer batallón de cabellería descubre la amistad; "Se caminaba mejor con esa mano ahí; se sentía muy solo sin su amigo. Ahora que había conocido la amistad, comprendía que tenía un nuevo motivo por el que sufrir".
En los bosques de St. Heiden aprecia el valor de la naturaleza, en el magnífico ayuntamiento de Appen-Tobel la dignidad del oficio; "Él hacía todo aquello por la dignidad del oficio mismo y, pese a la indiferencia generalizada, nunca dejó de creer que poner un tampón bien fuese mucho mejor que ponerlo mal." y Así avanza el cada vez menos joven August, con paso vacilante y firme a un tiempo, aprendiendo, sufriendo: viviendo; "Siempre es así: los mejores hallazgos van precedidos de los más grandes fracasos y de los más hondos sentimientos de perdida".

Y ahí esta la fabula planteada y que mejor que recoger el guante y leerla entera, para despedirme una ultima cita del propio libro: "Más allá de su voluntad explícita, que avala y sostiene mi empresa narrativa, aquello que realmente determinó que me pusiera manos a la obra fue la convicción de que August Zollinger (y no se me escapa que las letras iniciales de su nombre son la primera y la última del abecedario) es, cierto sentido, cada uno de nosotros."

sábado, 27 de marzo de 2010

Doña Francisquita

Y allí estaba Brausen mirando hacia el palco real, y no aparecía la regente, ni el rey, ni la madre de la princesita; ni siquiera el ínclito Marichalar.

Poco a poco uno va abriendo su mente, o le ayudan a abrirla (gracias Reinasinespejo) y va encontrando tesoros que no están tan a primera mano, o plana, en según que lugares.
Uno de ellos puede ser la Zarzuela. Mi imagen preconcebida era tan simple como lo son todas: algo trasnochado y caduco, sin mucho interés. Y como casi siempre, estos clichés son erróneos.

El domingo pasado estuve viendo: Doña Francisquita, cuya música es de Amadeo Vives, libreto de Federico Romero Sarachaga y Guillermo Fernandez-Shaw Iturralde, basado en la obra de Lope de Vega: La Discreta enamorada.

No puedo decir otra cosa que me encantó, no es la primera obra de este tipo que presencio, y descontando una representación en el que la compañía que le dio vida no estuvo muy acertada, cuanto menos he salido satisfecho del teatro. Tiene algo de mágico escuchar esas voces forjadas a base de estudio y trabajo, acompañadas por una sincronizada orquesta. Es algo que merece la pena presenciar.

Sobre la obra; el argumento se basa en el amor (¡Como no!): un trio amoroso, corazones despechados, cariños discretos y fuerza de voluntad. Mezcla de comicidad con reflexiones más profundas, llantos y risas dentro de una mirada costumbrista a ese Madrid de finales del siglo XIX que tenía poco de ciudad cosmopolita y mucho de cabeza de partido.

A destacar, La canción del Ruiseñor interpretada magistralmente por la soprano Mariola Cantarero. Os dejo otra interpretación de la misma artista y número pero del año 2006.



Y la romanza de Fernando cantada por el tenor: José Bros

Espero que si alguien lee este articulo le sirva de acicate para comprar un par de entradas para estos espectáculos líricos. Porque, al fin y al cabo todos esos musicales que saturan la Gran Via, ¿qué son sino Zarzuelas modernas?

Brausencito recomienda ir al teatro de la Zarzuela de Madrid, aparecerá como de improviso a tus ojos y dentro de él te sentirás como en casa. Probadlo no muerde y tiene ¡precios populares!





domingo, 28 de febrero de 2010

Pelusas

Espera Brausencito que tras su nueva entrada desaparezca el anuncio de muelas que preside el Blog, aunque tampoco será muy agradable el que llegue en su sustitución.

Esta es una de las pocas cosas que he aprendido desde que vivo solo: La imbatibilidad de las pelusas.

Son seres inanimados, pero con mucha más vida que mucha de la gente que conozco, con una tenacidad admirable y un tesón desesperante para áquel que lucha contra ellas. Su mayor cualidad es la invulnerabilidad. Tras una larga batalla, reptando tras sus trincheras, cercenando sus comunicaciones, escalando a sus fortalezas, usando todo tipo de armas químicas; cuando uno regresa feliz y aparentemente victorioso a sus cuarteles de invierno, siempre aparece, al menos, un grupo de pelusas guerrilleras haciéndote burla y recordándote que allí están ellas, tan panchas en uno de los rincones abandonados de tu casa. Esa es otra de las lecciones aprendidas en estos seis meses, por muy pequeño que parezca tu hogar, siempre es posible encontrar en él un ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidado, silenciosa y cubierta de polvo, viease la pelusa.

He intentado pactar y dialogar, pero ellas poco a poco se me van subiendo a las barbas y ocupando lugares destinados al ser humano y de intolerable presencia pelusil. Es admirable como su diplomacia pacta con los pelos que se me caen, (si desengañesen las fans de Brausencito sus entradas no paran de crecer) y los que yo pensaba mis más fieles aliados se enrollan, literalmente, con mis odiadas enemigas dando una repulsiva consistencia a sus posiciones.

Para conseguir una victoria parcial, ya que nunca será una paz incondicional la que firmen estos seres, se necesita el tesón de una madre de las de antaño, que presente batalla cada día sin nunca desfallecer. No es tal mi caso.

A veces me pregunto si las pelusas no son más que una metáfora, del tiempo: imposible acabar con él, del amor: cada día es una lucha para mantener viva su llama, del alma; hay rincones olvidados y oscuros en cada uno de nosotros. ¿Quién lo sabe?

El disco fue editado en el 2008 y yo lo recomiendo en el 2010, así que muy actual no es; pero el tiempo no hace sino hacer perdurar lo bueno y desvalorizar lo malo. Y en mi memoria quedará como un gran disco este Sintética de Nudozurdo. Buenas guitarras en un estilo característico y personal, que espero poder comprobar en directo en no mucho tiempo.

lunes, 25 de enero de 2010

Parte IV: La solución

Sesenta y ocho años y algunos meses para una salud de hierro. Alguna gripe leve y un esguince a las dieciocho primaveras cuando hacía sus pinitos en el mundo de la canasta. Dos visitas a distintos dentistas, que en ambas ocasiones se saldaron con sinceros elogios por el estado de su dentadura. Ahora comentaba con su esposa aquella accidentada ultima visita al sacamuelas; como a él le gustaba llamarles.

Todo había ido rutinariamente normal en los primeros instantes; ¿Jacinto López?; Servidor; ¿Qué le sucede?; Nada doctor venía a hacerme una revisión; Perfecto Don Jacinto ahora mismo. Pero después; el pasmo del odontólogo tras examinarle los dientes, el color blanco de su rostro, el buscar un asiento para evitar la caida contra el suelo, la oportuna intervención de la enfermera. No fue capaz ni despedirle, ni decirle si tenía que volver a verle para extinguir alguna caries. La ayudante le despidió como pudo: Don Jacinto no se preocupe, el doctor se ha sentido indispuesto mañana mismo le llamamos.

Y ciertamente le llamaron, el dentista en persona, concertando una cita para el viernes a las 11. Preocupado caminaba destino a la consulta, ya que el doctor le comentó que quería revisar algo que no le convenció del todo en su anterior encuentro, y aquello le parecía alguna de las trampas clásicas de los sacamuelas para conseguir algunos duros a su costa.

Un vacío casi completo en el lugar, sólo la presencia del doctor con su inmaculada estampa, una melodía, quizás el Concierto de Aranjuez, tenue luz y afables palabras. Don Jacinto sentado en la silla: Le voy a anestesiar levemente para que no sienta dolor alguno...

Pero al despertar si que sintió dolor, como nunca hasta ese momento en su vida, un ardor terrible en su rostro, de nariz hacia abajo: insoportable. Don Jacinto aún se encontraba en la consulta del dentista, pero totalmente solo. Se puso en pie como pudo; poco tiempo pudo soportar la vertical al comprobar ante un espejo la terrible visión que éste le devolvía: le habían extirpado la mandíbula entera.