Hasta hace poco
pensaba que mis recuerdos se volvían sombras incoloras e indoloras, mis
ilusiones cambiaban su ropaje multicolor por una gris y austera vestimenta e
incluso, el flamígero sufrimiento que proceso se achantaba y acomodaba como una
discreta cicatriz en el envés de mi mano.
Pero obviaba lo
más importante, yo soy una sombra, olvidada en las estanterías de la memoria de
otras personas y lo que es más terrible, que camina. Me he convertido en el gris
recuerdo de mi mismo, en una pesadilla viviente nacida del sueño de un
adolescente, mi sangre roja se ha transmutado en un líquido compuesto de: pus, mierda y alcohol. Me
descompongo a cada paso, exteriormente cohesionado por una coraza de cinismo y
educación, interiormente destilando terror y dolor. Es un proceso sin marcha
atrás, un descenso con solo un final, una historia trillones de veces repetidas
Sombra con sus
sombras, gris con sus grises, un hombre difuminándose en el pavimento de una
calle olvidada, otro grano de arena que vuela en el desierto de la vida.