sábado, 10 de noviembre de 2007

Tangentes

Brausen mira por la ventana y ve los adornos de Navidad colgados aunque no encendidos, algún mensaje ha recibido ya para las clásicas reuniones de esas fechas. La Navidad llega tan imparable como todos los años.

En un día normal, en una ciudad de tamaño medio, podemos ver cientos de caras, quizás miles, pasando deprisa a nuestro lado, sin fijarnos en los rasgos, sin mirar a los ojos que esconden un alma, esquivando los cuerpos como obstáculos de una carrera hacia una meta difusa.
La otra mañana en el metro me di cuenta, que una cara me sonaba, tuve esa sensación de reconocer a alguien y no saber de qué (por lo menos en mi caso la odio) y tras mucho rebanarme la sesera, llegue a la siguiente conclusión: que la conocía de mis trayectos diarios en el suburbano, que coincidía con ella casi todos los días en una parte del viaje de ida. Por supuesto, no he hablado, ni dialogado con ella, simplemente recuerdo su rostro de verla de manera más o menos continuada.
No hace mucho, hablando con mis ex-compañeros de trabajo salió a relucir un nombre. Fue una persona que entró conmigo a mi anterior empresa. Al poco tiempo de empezar allí, fue la comida de Navidad y como eramos los dos nuevos estuvimos casi todo el rato juntos. Fue un día divertido. Al poco tiempo él se fue de la compañía y no se nada más de su vida.
Son dos ejemplos de vidas tangenciales a la mía, que me han tocado en un único punto y cada cual sigue su existencia sin reparar en esa pequeña conexión que nos unió durante un tiempo. Echando la vista atrás puedo escribir cientos de casos de este tipo, con más o menos minutos compartidos, recuerdos olvidados o latentes en nuestro siempre esponjoso subconsciente.
La tangente es el comienzo de todo, el inicio inevitable de cualquier relación del tipo que quieras imaginar (amistad, amor, laboral...) un punto común vital para que la tangente se convierta, en secante, paralela o perpendicular a tu existencia (algún día haré una entrada con cada una de ellas).
Cada día esta lleno de miles de estas posibilidades geométricas, una mirada, un gesto, una palabra o un silencio pueden valer como tangente, y lo bueno o lo malo del destino es que no sabes si esa recta tangente de repente se va a convertir en una curva que te atraviesa el mismo centro de la circunferencia que tu has dibujado, ya que las leyes de la geometría no se aplican a las personas.

Brausen recomienda una canción muy acorde con este tema: Dancing in the dark de Bruce Springsteen (día 25 Noviembre Madrid, 26 de Noviembre Bilbao) con un verso perfecto que servirá de moralaje a esta entrada: "You can't start a fireyou can't start a fire without a spark"

4 comentarios:

Anónimo dijo...

way!! sorprendente la entrada sí señor, todo un acierto, se ve que estabas inspirado, y cuantísimas veces me pasa a mí..
mua

narradora de bolsillo dijo...

Interesante similitud entre la vida y la geometría.
Las vidas secantes también serían dignas de mención. Gente que entra y sale de tu círculo, a veces sin saber ni cómo ni porqué.

Anónimo dijo...

Se me ponen los pelos de punta con tus metáforas geométricas.

Un beso

Brausen dijo...

La próxima entrada hablaré de las secantes, me parece un tema más que interesante.

Besos Narradora