miércoles, 10 de diciembre de 2008

Veintitrés

Estaba pensando como era mi vida cuando tenía veintitrés años, y tengo que hacer cálculos para poder recordar. Estamos a finales del 2008 y tengo veintinueve años, por lo tanto, cuando yo cumplí veintitrés corría, por la tierra occidental que habito, el año del señor: 2002.
A grandes retazos en el 2002 se acabó la beca que tenía desde el 2001 y representaba mi primera experiencia laboral, estuve parado dos meses e hice un curso de informática en el INEM, el cual tuve que abandonar, justo cuando se empezaba a poner interesante, porque encontré trabajo en una empresa para la que posteriormente trabajé casi cinco años.
Fui a Barcelona en un autobús a ver uno de los mejores conciertos de Springsteen que he vivido, anduve por Galicia y jugaba al fútbol cada dos por tres. Lo que no pasaba por mi cabeza era morirme.
Hace casi un mes se murió en mi empresa el más joven de todos mis compañeros, con tan sólo veintitrés años de edad. Tras un mes de enfermedad José Manuel nos dejó. Tan simple y tan duro como eso, su vida llegó al fin cuando todos pensamos que debe comenzar. Estas son las reglas de juego, se sabe cuando se comienza pero no cuando se termina. Tus planes, ideas pasiones y decepciones no cuentan, simplemente son eliminados. Si existe Dios, el destino o como queráis llamarlo, ¿Por qué hace esto? ¿Ejemplo, castigo u oscura diversión? Prefiero consolarme pensando que todo es casualidad y que la rueda de la Fortuna apagó su aliento como el viento derriba las caducas hojas otoñales, unas antes y otras después pero sin trazar brillantes planes para cada una de ellas.
Cada letra, cada nota, cada sonrisa son únicas e irrepetibles, por suerte yo compartí algunas con José Manuel y forman parte de mi mar interno lleno de vida, y que yo, a su vez comparto con otras personas contagíandome de su luz y reflejándola como la luna al sol.
Buena suerte José Manuel, donde quiera que estés, hasta siempre.

3 comentarios:

narradora de bolsillo dijo...

Emotiva dedicatoria.
Es una tristeza perder a personas que podrían tener una vida por delante. Lo único que podemos hacer los que nos quedamos es disfrutar de cada momento mientras: destino, dios, casualidad, circunstancias, o como queramos llamarlo, permita que lo tengamos.

Un beso

reinasinespejo dijo...

En mi caso, con veintitrés años ni siquiera había terminado la carrera. Es duro imaginar que lo vivido en estos últimos seis años podría haberse interrumpido en algún momento.

Seguro que a José Manuel le ha gustado tu homenaje.

D.E.P.

Anónimo dijo...

Encoje el estómago leer esto cuando tienes 23 y sientes que aun no ha empezado tu vida... casi es una contradicción poder morir tan jóven.

Espero que podamos hablar algun día. Un beso.