Son tantas las menciones que estoy haciendo a
Faulkner en este blog que debería cambiarle el nombre a El día a día de William
y la razón es simple: Faulkner me engancha como lo hizo Onetti en su momento.
Las conexiones entre ambos son muy numerosas; pero eso bien podría ser el tema
de otra entrada.
Hoy me voy a centrar en Santuario, publicada en
1931. Su argumento, como no puede ser de otra manera con el escritor
norteamericano, se basa en la tragedia. La tragedia de Temple, de Horace, de
Popeye y de Goodwin y su mujer, desgracias paralelas que se entrecruzan en un
punto: la llegada de Temple y Gowan al hogar en el que habitan Goodwin y
Popeye. Este es el punto donde sus cargas pasadas (Popeye y Gowan) se convertirán
en lastres futuros (para Temple y Horace).
La maestría de Faulkner reside en no tocar
directamente los temas más escabrosos de la obra, los roza con suavidad y así
cada lector puede imaginar, como más le plazca, los detalles que el autor ha
omitido. Hay que tener en cuenta que el público puritano de Estados Unidos aún
no estaba acostumbrado a la violencia explicita y que Faulkner con esta novela pretendía
ganarse unos cuantos dólares y abandona su estilo más innovador y personal por
uno más clásico.
Hay dos personajes clave en la obra: Temple y
Horace, Temple representa la cuesta abajo, la perdida de la inocencia en unas
terribles circunstancias, el descubrimiento de la pasión y el amor y sobre todo,
la degeneración, el saber adaptarse a un mundo terrible que no tiene nada que
ver con el que ella ha conocido y en el cual ha crecido.
Horace en cambio, es el circulo, un noble abogado
que tratará de ayudar a Goodwin en su causa ante la justicia, a pesar de la oposición
de su propia familia, que durante el curso de temporal del argumento de
Santuario vivirá alejado de su legítima esposa, pero que al acabar la trama
volverá al mismo lugar de donde escapó, cerrando la circunferencia que es su
vida
Magnífica novela que nos relata el lado oscuro y
tenebroso de la Norteamérica de los años de la ley seca. Sus personajes están
llenos de matices y su profundidad psicológica es admirable. Una novela muy
recomendable aunque su propio autor renegará en varias ocasiones de haberla
escrito.
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