El olvido de sí ahonda en la senda que Pablo
d'Ors ha tomado en varios de sus libros o ensayos: la aventura interior. En el
Estupor y la Maravilla esa exploración interior se hacía sin Dios en el Olvido
de sí, Jesucristo marca el camino que Charles de Foucauld decide emprender.
El vizconde de Foucauld recorrerá en su juventud
los placeres de la vida, la lectura, la comida, el sexo, el desenfreno y el
alcohol. Busca los límites de la diversión, se disfraza de diferentes
personajes para ver si sus compañeros de la academia militar son capaces de
reconocerle, promete matrimonio a una prostituta para posteriormente olvidarse
de ella. Su vida comenzará a cambiar cuando viaje a Marruecos, y explorando ese
país, hasta ese momento, siglo XIX, poco conocido, empezará a mirar más hacia
su interior, quizá empujado por los paisajes que recorre.
Ya en Paris, redactando el Reconocimiento de
Marruecos, y gracias a su prima se acercará a Henri Huvelin que se
convertirá en su guía espiritual. Desde este momento Charles ira paso a paso adentrándose
en la búsqueda de Dios y olvidando el mundo exterior, tanto es así que acabará
sus días viviendo como un ermitaño en el Assekrem, un macizo montañoso en el
Atlas.
Éste es el olvido de si del Vizconde, porque este
alejarse de la civilización de manera total, va unido a una búsqueda interior radical
e implacable, es tal el amor que desprende Charles, que le da las gracias al
rastrillo que usa para acondicionar la arena, a las sabanas por arroparle o al
vaso por sostener el agua que bebe.
Son muchas las enseñanzas que se puede sacar de
un libro/vida tan profunda e intensa, incluso para aquellos que no nos
consideramos cristianos, pero si pensamos que nuestro interior es tan
maravilloso como inexplorado. "Al vivir atentamente deja uno de pensar en
necedades o tonterías. Porque lo cierto es que aquello que solemos pensar, bajo
un aspecto transcendental, casi nunca pasa de ser una tontería; los
pensamientos sobre la vida cotidiana, en cambio, bajo el aspecto de una
tontería, son auténticamente trascendentales. Si, la salvación radica en lo
elemental. Ésta es la razón por la que nadie está privado de una auténtica vida
interior".
Pero no sólo se sacan conclusiones de lo que uno
tiene dentro, sino que entendiendo un poco mejor ese laberinto al que llamamos
yo, nos será más fácil comprender como tratar a los otros: "El prójimo,
todo prójimo, ha dejado de ser para mí destinatario de mi acción y ha pasado a convertirse
en un hermano. El otro ya no es alguien que tenga que recibir algo de mí, sino
alguien con quien compartir lo que soy: mi pobre humanidad."
Un libro que nos puede hacer abrir la mente, como
todos los de Pablo d'Ors, y acoger sin prejuicios, ya que en él se mezclan
elementos cristianos (mayoritarios) con orientalismos y pinceladas del islam.
1 comentario:
Estupenda reseña sobre un buen libro.
Por una curiosa coincidencia, se parecen mucho dos apellidos de dos maestros muy diferentes, Charles de Foucauld y Michel Foucault, tan distintos. Misterio de Espíritu, que sopla donde quiere, como quiere.
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