Más de una vez he elegido un libro guiado
únicamente, por su aspecto y hay que reconocer que la pinta de esta obra es magnífica.
Demipage, editorial de El librero, escrito por Régis de Sá Moreira, ha cuidado
hasta el último detalle, para dar cabida en sus páginas a un manuscrito que en sí
mismo mima a los libros.
Como es más que fácil imaginar, el autor escribe
sobre una librería y su atípico dueño. Un dueño que solamente vende libros que
él antes ha experimentado, así se evita el tener que mantener basura literaria
en sus estanterías. La vida del librero se centra completamente en su tienda,
ya que no sale de ella, no tiene amigos desde "que descubrió que se había
convertido en un tema de conversación para ellos" y se comunica con sus
hermanos solamente de la siguiente manera: arrancando las páginas que lee y le
recuerdan a alguno de ellos, se la manda
por el anticuado correo ordinario.
El librero alcanza grandes cuotas de lirismo en
algunas de sus partes, una de mis favoritas es cuando habla de los amores que
ha vivido, como se sabe incapaz de amar a otra mujer ya que con la primera
había perdido la mitad de su alma, con la segunda escarmentó y consiguió
conservar la otra mitad de su ser, pero sería la tercera quien acabaría arrebatándoselo
para siempre y, por lo tanto, en la actualidad era solo "un monumento a su
amor perdido" y la única manera de volver a ser el otra vez completo era
reuniendo a todas ellas.
Pero quizás lo que más defina al librero es su
tierna cabezonería, empeñado en no atender a parejas, en espantar a los
clientes indeseables soltando su: "hay muchas cosas interesantes que
aprender sobre los icebergs", tomando infusiones de disparatados sabores
cada vez que vende un libro, le hace ser un personaje adorable dentro de su singular
locura. Es esa clase de persona, que todos conocemos o deberíamos conocer, que
va contracorriente de lo habitual y no porque lo haga intencionadamente, lo
cual puede llegar a ser detestable, sino porque donde nosotros vemos
peculiaridad el ve normalidad.
Una novela preciosa, yo estoy esperando que se
publiquen más obras de Régis de Sá Moreira en castellano.
“En cuanto abría un libro, el librero se sentía feliz.
O, al menos, se sentía bien, con una alegría casi infantil. También era una
debilidad. Pero tenía la impresión de que alguien se ocupaba de él, de que
alguien le cuidaba”
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