domingo, 23 de marzo de 2014

Chorromoco 91 - Pepe Colubi

Chorromoco 91 tiene mucho de California 83, su protagonista, su estilo y las sonrisas que provoca. Pepe ha vuelto de los EE.UU y ha decidido estudiar filología inglesa tratando de aprovecharse de los conocimientos que adquirió en su periplo por Norteamérica para estudiar lo menos posible y beber cuanto más mejor.

Sus andanzas son innumerables, desde rastrero jugador de Tetris en un bar de mala muerte, donde cualquier treta es pequeña para conseguir un estrambótico trofeo; hasta ser pinchadiscos en una discoteca veraniega al final del verano. Pepe Colubi siempre consigue mantener el tono de hilaridad alta, a base de situaciones embarazosas y soluciones improbables, todo regado con juergas alcohólicas y mucha mujer (más deseadas que conseguidas). Pepe siempre anda buscando donde poder alojar su chorromoco, alguna cavidad amistosa que le permita desahogarse y experimentar placer, aunque no tiene remilgos en reconocer cuando un mínimo gesto y/o visión le da para paja.

Pero como pasaba en California 83, Chorromoco no es solo una colección de gags, tiene un trasfondo que alimenta el suceder de acontecimientos en la novela, por ejemplo cuando se prepara para sus últimos exámenes en la carrera: "Te acostumbras a una etapa de tu existencia y, cuando estás hecho a ella, descubres que sólo es un trampolín más desde el que debes saltar sin saber dónde caerás" o como muchos nos hemos sentido farsantes en nuestra propia piel: "Yo actuaba como estudiante de Filología, noctámbulo empedernido, curtido melómano, experimentado consumidor de sustancias, amante consumado y hasta locutor de radio, pero en todas esas actividades hacía playback, sólo ponía la cara de póquer para dominar el océano de inseguridad que me habitaba"

Si has vivido en los noventa y tienes recuerdos de los primeros programas de las televisiones privadas, o si te gusta la música: Ramones, Stones, son cociertos a los que asiste Pepe, o simplemente te gustan las mujeres más que ninguna otra cosa en este mundo, te sentirás identificado, pero en especial si a todo esto, lo revistes con un toque de dulzura, porque Pepe es tierno (que no ñoño) y bondadoso, capaz de escribir frases como: "me acerqué a ella hasta que su cara fue todo mi horizonte, y parecía que podría caerme en su sonrisa" o "Pensé que su hermosa y cálida sonrisa debería ser expuesta en una vitrina que los desesperados pudieran visitar en plan perenigración" y no se da cuenta de sus muchas cualidades, la despedida de uno de sus mejores amigos es una buena muestra de ello: "Bosco, la persona más carismática que jamás había conocido, quería ser como yo, pero yo, que no era nadie, habría dado ambas piernas por ser la mitad que él".

Esperando con ansía estoy la tercera parte de esta obra, que es toda una vida.





lunes, 17 de marzo de 2014

Respiración artificial - Ricardo Pligia

Las posibilidades de encuentros y  coincidencias en la vida es infinito, imposibles de abarcar por una mente común, impredecibles, incontables e intangibles; flotan en el aire como si fuesen espíritus que acaban posándose donde les venga en gana, sin tener que rendir cuentas a nadie, provocando con su acción innumerables consecuencias.

Ricardo Pligia habla, entre otro muchos temas, de las jugadas rocambolescas que te puede gastar la vida, ya sea dentro de tu propia familia como le pasa a Emilio Renzi o, impulsado por ella, hacia los laterales de los conocidos encontrandote con personajes tan estrafalarios y fascinantes como: Tardewski.

Respiración artificial exhala literatura en cada línea de su contenido, analizando la herencia recibida de los padres y abuelos de las letras argentinas, diseccionando en dos ese legado: la vía de Arlt: "No hay nada tan transgresivo como el estilo de Roberto Arlt" y la senda de Borges, con su intelectualismo. En este libro Pligia, toma, por fases la manera de escribir de Arlt, pero el tema que trata es clara y fascinantemente borgiano. 

Maravillosa es la insinuación que hace Pligia en el libro acerca de Kafka y Hitler, arguye y porfía que el terrible dictador y el incomprendido escritor se conocieron en Praga en torno a 1920, cuando el austriaco pretendía hacer carrera en el mundo de la pintura. Frecuentaron la misma tertulia en un café de la capital checa y, supuestamente, Hitler le confesaría a Kafka sus ideas sobre política y organización social, por tanto, la obra de Kafka sería una manera de representar el terrible futuro que acechaba a Europa en aquella época.
¿Posible? Si, ¿Improbable? Por supuesto, pero son estos encuentros, aparentemente intrascendente los que marcan la vida y la obra de los hombres.

Merece la pena leer Respiración Artificial aunque sea solo por ver como desarrolla Pligia la idea del encuentro entre Hitler y Kafka.