Chorromoco 91 tiene mucho de California 83, su
protagonista, su estilo y las sonrisas que provoca. Pepe ha vuelto de los EE.UU
y ha decidido estudiar filología inglesa tratando de aprovecharse de los
conocimientos que adquirió en su periplo por Norteamérica para estudiar lo
menos posible y beber cuanto más mejor.
Sus andanzas son innumerables, desde rastrero
jugador de Tetris en un bar de mala muerte, donde cualquier treta es pequeña
para conseguir un estrambótico trofeo; hasta ser pinchadiscos en una discoteca
veraniega al final del verano. Pepe Colubi siempre consigue mantener el tono de
hilaridad alta, a base de situaciones embarazosas y soluciones improbables,
todo regado con juergas alcohólicas y mucha mujer (más deseadas que
conseguidas). Pepe siempre anda buscando donde poder alojar su chorromoco,
alguna cavidad amistosa que le permita desahogarse y experimentar placer,
aunque no tiene remilgos en reconocer cuando un mínimo gesto y/o visión le da
para paja.
Pero como pasaba en California 83, Chorromoco no
es solo una colección de gags, tiene un trasfondo que alimenta el suceder de
acontecimientos en la novela, por ejemplo cuando se prepara para sus últimos exámenes
en la carrera: "Te acostumbras a una etapa de tu existencia y, cuando
estás hecho a ella, descubres que sólo es un trampolín más desde el que debes
saltar sin saber dónde caerás" o como muchos nos hemos sentido farsantes
en nuestra propia piel: "Yo actuaba como estudiante de Filología,
noctámbulo empedernido, curtido melómano, experimentado consumidor de
sustancias, amante consumado y hasta locutor de radio, pero en todas esas
actividades hacía playback, sólo ponía la cara de póquer para dominar el océano
de inseguridad que me habitaba"
Si has vivido en los noventa y tienes recuerdos de
los primeros programas de las televisiones privadas, o si te gusta la música:
Ramones, Stones, son cociertos a los que asiste Pepe, o simplemente te gustan
las mujeres más que ninguna otra cosa en este mundo, te sentirás identificado,
pero en especial si a todo esto, lo revistes con un toque de dulzura, porque
Pepe es tierno (que no ñoño) y bondadoso, capaz de escribir frases como:
"me acerqué a ella hasta que su cara fue todo mi horizonte, y parecía que
podría caerme en su sonrisa" o "Pensé que su hermosa y cálida sonrisa
debería ser expuesta en una vitrina que los desesperados pudieran visitar en
plan perenigración" y no se da cuenta de sus muchas cualidades, la
despedida de uno de sus mejores amigos es una buena muestra de ello:
"Bosco, la persona más carismática que jamás había conocido, quería ser
como yo, pero yo, que no era nadie, habría dado ambas piernas por ser la mitad
que él".
Esperando con ansía estoy la tercera parte de
esta obra, que es toda una vida.
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