Las posibilidades de encuentros y
coincidencias en la vida es infinito, imposibles de abarcar por una mente
común, impredecibles, incontables e intangibles; flotan en el aire como si
fuesen espíritus que acaban posándose donde les venga en gana, sin tener que
rendir cuentas a nadie, provocando con su acción innumerables consecuencias.
Ricardo Pligia habla, entre otro muchos temas, de
las jugadas rocambolescas que te puede gastar la vida, ya sea dentro de tu
propia familia como le pasa a Emilio Renzi o, impulsado por ella, hacia los
laterales de los conocidos encontrandote con personajes tan estrafalarios y
fascinantes como: Tardewski.
Respiración artificial exhala literatura en cada línea
de su contenido, analizando la herencia recibida de los padres y abuelos de las
letras argentinas, diseccionando en dos ese legado: la vía de Arlt: "No
hay nada tan transgresivo como el estilo de Roberto Arlt" y la senda de
Borges, con su intelectualismo. En este libro Pligia, toma, por fases la manera
de escribir de Arlt, pero el tema que trata es clara y fascinantemente
borgiano.
Maravillosa es la insinuación que hace Pligia en
el libro acerca de Kafka y Hitler, arguye y porfía que el terrible dictador y
el incomprendido escritor se conocieron en Praga en torno a 1920, cuando el
austriaco pretendía hacer carrera en el mundo de la pintura. Frecuentaron la
misma tertulia en un café de la capital checa y, supuestamente, Hitler le
confesaría a Kafka sus ideas sobre política y organización social, por tanto,
la obra de Kafka sería una manera de representar el terrible futuro que
acechaba a Europa en aquella época.
¿Posible? Si, ¿Improbable? Por supuesto, pero son
estos encuentros, aparentemente intrascendente los que marcan la vida y la obra
de los hombres.
Merece la pena leer Respiración Artificial aunque
sea solo por ver como desarrolla Pligia la idea del encuentro entre Hitler y
Kafka.
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