Este libro trata un tema tan controvertido como la felicidad, y si a eso le añadimos que el protagonista la alcanza asesinando a su esposa, alcanzamos un mejunje complicado de manejar y políticamente incorrecto en los días que corren. Quizás sea el reclamo perfecto para lectores fuera de la corriente general que arrastra a las masas lectoras, la editorial (Pre-textos) debería meditarlo.
El protagonista, Tomas es amante de las maquinas, de la precisión, de lo unívoco, poder montar y desmontar un aparato para que trabaje de la misma manera que antes, por eso prefiere la compañía de los artefactos al del género humano, bastante más díscolo en lo que a su funcionamiento se refiere. La obra es interesante y merece la pena ser leída, pero me voy a centrar en dos temas que toca el autor en ella. El primero es el principal del libro y el que le da nombre: La felicidad.
Tomas la alcanza de una manera harta simple, centrando su intelecto en amar su trabajo, fijarse en cada uno de los más mínimos detalles de la planta de producción que trabaja. En su tiempo libre se emplea en reparar relojes antiguos. Absorbido su tiempo casi absolutamente en eso no le da tiempo a divagar o pensar en otros temas que le apartarían de la senda de la sonrisa y le llevarían al vericueto de la lágrima. Centrar la mente en algo útil, provechoso o gratificante para uno mismo es necesario para un equilibrio que lleve a la felicidad, ya he citado en diversas ocasiones ese párrafo de Pablo D'Ors en el cual Zollinger es feliz haciendo zapatos, amando su obra. En el fondo Jaramillo dice lo mismo, baste para ejemplificarlo esta cita: "Tal vez la gran reforma educativa consista en que lo primero que todo individuo debe aprender en la vida es a disfrutar de su trabajo. No me parece difícil conseguirlo. Es más, me parece más difícil hacer el trabajo cuando se lo odia que cuando se lo ama. Con la ventaja adicional de que con el amor logra hacerlo mejor y que la curiosidad se despierte."
El otro tema que se toca en el libro y que a mí especialmente me ha llamado la atención es la reflexión del protagonista sobre la música. La odia, no soporta el continuo sonido estridente entrando por sus orejas. La explicación es fácil, nacido en un pueblo colombiano en los años treinta, no podía escuchar nunca o casi nunca la radio y menos aún en directo, sólo en las fiestas patronales de su villa. Nosotros, o yo al menos, he nacido envuelto en las siete notas, mamando melodías y gritando estribillos de serie de dibujos animados. Es algo tan natural como el caminar, pero para Tomas no, para él lo natural es trabajar en absoluto silencio, como lo es para mí escribir mientras escucho música.
Buscaré más libros de Darío Jaramillo, os mantendré al corriente.
1 comentario:
Éste no me lo leeré, seguro.
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