La ciencia ficción es un género que siempre me ha atraído, es un campo donde
dar rienda suelta a los sueños y en el cual dejar correr a las criaturas que
nuestro subconsciente crea. Trazar mundos paralelos en donde resaltar males que
tenemos en el nuestro, muchas veces es más fácil es ver la mota en el ojo ajeno
que no la viga en el propio.
El juego de Ender es una novela escrita en 1985 por Orson Scott Card, en
ella la Tierra ha superado la invasión de los Insectores, unos alienígenas que
han tratado de exterminar a la raza humana. Sólo la heroica actuación del
comandante del ejército humano: Mazer Rackhman ha salvado a sus congéneres de
una exterminación segura. Se busca a toda prisa un sucesor para Mazer, ya que
se esperael ataque definitivo por parte de los Insectores. Aquí es cuando
aparece Ender, todo le designa como el candidato idóneo para ser el líder capaz
de doblegar a la fuerza invasora, con unos medios en franca desproporción a los
de los atacantes. El problema: Ender sólo tiene seis años y el ataque puede
desencadenarse en menos de cinco años.
La novela seguirá las peripecias de Ender en la academia militar y como
afronta los diferentes desafíos a los que se le van retando. La sombra de sus
hermanos: Peter y Valentine planea sobre sus recuerdos de manera constante,
apareciendo en sus sueños y, sorprendentemente, en los juegos de ordenador con
los que pasa sus horas libres.
La novela plantea diferentes temas: las relaciones de poder, la disciplina
en el ejercito, la necesidad de superar los desafíos y los que me parecen más
interesantes de todos: la incomprensión y el engaño. Éstos dos temas aparecen
en diversas ocasiones en el libro, Ender se siente en muchos momentos
incomprendido y engañado por el ejercito, considera que le utilizan y que el
juego (la manera de entrenar es simular batallas espaciales) en si mismo es un
fin y no un medio.
La incomprensión toma protagonismo al final del libro, cuando el desenlace
ha ocurrido (no voy a desvelarlo) se iluminan razones que anteriormente no alcanzábamos
y que hacen encajar elementos que antes aparecían dispersos. El autor nos deja
ver los hilos que manejan las marionetas, pero debemos de decidir si pensamos
como Maquiavelo: el fin justifica los medios o no estamos de acuerdo con el
autor clásico.
Para acabar, un punto positivo y otro negativo. Empezaremos por lo malo para
dejar un buen sabor de boca: quizás debido a la traducción, pero la novela no
tiene un estilo muy cuidado, está claro que Orson Scott Card, se preocupa más
por el fondo que la forma. Lo bueno, es lo fácil y entretenida que resulta su
lectura. Recomendable para los amantes del género.
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