Para cambiar de vida algunas personas necesitan
un chispazo, un fogonazo externo que prenda un incendio interno, sino el peso
de la inercia es imposible de vencer y la rutina sigue campando a sus anchas en el
campo de batalla en que se convierten nuestras existencias.
Este es el caso de Francisco, su vida es tan
cuadriculada como el estricto presupuesto con el que consigue sobrevivir, todo está
milimetrado, cuantas pesetas puede gastar en cada partida, un exceso en una de
ellas provoca un efecto en cadena que implica un reajuste en el resto de
imprevistas consecuencias. Su horario también esta forjado con el más rojo de
los fuegos, una vida sin imprevistos, hasta que el soplo del azar entra en sus
dominios.
El azar, en letras mayúsculas, ya que al bueno de
Francisco, así se llama el protagonista, es el afortunado ganador de doscientos
millones de pesetas, pero no puede cobrar el premio ya que no tiene DNI, porque
es un miembro activo del GRAPO.
Pero no será este suceso el que cambie la vida de
Francisco, aunque parezca increíble, será otra Primitiva la que dinamitará los
cimientos de su edificio vital. Primi es una periodista de una revista
gratuita, Actual Noticias, y recibe el encargo de su director: Tahoría (quizás
uno de los personajes más graciosos y esperpénticos que he encontrado en las
páginas de un libro desde hace bastante tiempo) de busscar al anónimo ganador
de tan jugosa morterada.
Y será la Primitiva con piernas la que reviente
la existencia de Francisco, entra en su vida como los trenes que tanto le
gustan a Francisco, revolviendo de arriba a abajo sus principios, ese chispazo
externo que le hace arder por dentro y reconstruirse desde sus cenizas.
Santiago Lorenzo es el creador de esta historia,
donde se mezcla el humor con elementos tan serios, como el cambio, la inercia,
el amor y la felicidad, pero siempre sin perder la sonrisa que hace que las
existencias dejen de ser campos de batallas.
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