"Un buen libro debe ser simple. Y como Eva,
debe provenir de algún lugar entre la segunda y la tercera costilla: debe haber
un corazón latiendo en su interior. Una historia que es sólo cerebro no vale
demasiado". A "La librería ambulante" de Christopher Morley le
sobra corazón, sus personajes son apasionados: Roger Mifflin vive para y por
los libros, encantado por un hechizo que no puede romper, la llama de su alma
devoradora de literatura no hace otra cosa que crecer. Helen McHill es un
corazón inquieto que quiere descubrir el mundo.
Roger es el orgulloso dueño del Parnaso
Ambulante, un carromato acondicionado para ser librería e ir de pueblo en
pueblo vendiendo literatura a los granjeros, tratando de conseguir que por la
sangre de américa corran los grandes clásicos. Es un charlatán, pero no quiere
engatusar a nadie, solo desea colocar a cada persona el libro adecuado para que
en ella salte el gusarapo de la lectura de entre el lodo de su rutina. Es una
tarea hercúlea, maravillosa y complicada, tratar de adivinar que le conviene a
sus clientes, y pasado tres meses, cuando vuelva a recorrer ese camino saber
por el propio lector si ha acertado o no.
"Cuando le vendes un libro a alguien no
solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estas
vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan
en la noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra" esa es la manera
de pensar de Roger, tan romántica como utópica, me siento identificado con esa
forma de ver los libros, en la capacidad de unos gramos de papel de cambiar un
sino, admirar como otras personas son capaces de expresar lo que tú sólo eres
capaz de intuir, una de las alegrías más grandes que he experimentado es como
cuando he podido recomendar un libro a una persona y he acertado. Debe ser un
sentimiento parecido al que experimenta un pinchadiscos con una pista de baile
que no para de reaccionar a sus estímulos.
"Un hombre puede ser un holgazán en todo lo
demás mientras haga una sola cosa con todo el esmero posible". Roger está
salvado ya que es uno de los personajes más grandes que he encontrado en el
mundo de la literatura, su creador: Christopher Morley, también, algo tan
humano y tan doliente no se puede crear en una sentada. ¿Habrá algún día que el
pequeño Brausen lo esté?
Maravilloso libro, solo puedo rogar que se lea.
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