La capacidad para no volver a repetir los errores
cometidos en el pasado es algo que no se encuentra con mucha facilidad, de
hecho es uno de los problemas más graves que tiene una persona, si encima a
esto le añadimos que el fallo se cometió hace mucho tiempo y no sufriste las
consecuencias en tus propias carnes, las probabilidades de no tropezar en esa
piedra se reducen a cero.
Esto es lo que vemos con el magnífico libro de
John Kenneth Galbraith: El crash de 1929, en sus páginas se narra el desarrollo
de, quizás, el suceso económico más famoso de la historia: la caida estrepitosa
de la bolsa de valores de Nueva York en octubre de 1929. Galbraith analiza
datos, cifras y artículos de prensa con declaraciones de los políticos y
magnates de la época. Es curioso observar como a los que decían, ya en fechas
tan cercanas al crash como mayo de 1929, se les tachaba de locos y se comentaba
que el mercado aún tenía recorrido al alza, ya que el precio de las acciones
era el verdadero y no estaba hinchado por la especulación.
Las burbujas económicas se retroalimentan, como
el precio del activo (acción, finca en Florida o pisito en Seseña) no para de
subir, hace que más dinero ansioso de conseguir beneficio acuda a tal mercado,
lo que a su vez hace crecer más la bola de nieve, cuando la burbuja ya está
madura, suelen aparecer instrumentos financieros de nombre sofisticado,
trust de inversión en 1929, hipotecas subprimes en el 2008 que terminan de
estirar los precios hacia arriba, a costa de relajar los controles de riesgo,
ya que parece imposible que el gigante iceberg en que se convirtió la bola de
nieve se pueda derretir. Si no llegabas a pagar tu hipoteca cada mes, siempre
podías vender la casa por un precio superior al que pagaste, el problema es
cuando el precio del activo deja de subir, en ese momento llega el caos.
El libro tiene muchos puntos a favor: un tono
irónico que lo hace hasta divertido por momentos, una manera muy fácil de
explicar los términos económicos y sobre todo, una capacidad de analizar la
psicología de la especulación preclara. Sirva esta cita como ejemplo:
"... las posibilidades de una repetición de
algún tipo de orgía especulativa son más bien buenas. Nadie puede dudar que el
pueblo norteamericano sigue siendo suceptible al estado de ánimo especulativo,
es decir, la convicción de que pueden esperarse de la empresa ilimitados
beneficios en los cuales ellos, individualmente, tienen reales posibilidades de
participación. Un mercado al alza puede aún convertir en hecho real el navegar
en un mar de riqueza. Lo cual, a su vez, incitará a participar a un número
creciente de personas. Los instrumentos preventivos y los controles
gubernamentales están prestos a intervenir, los cuales en manos de un
determinado gobierno, son sin lugar a dudas ciertamente eficaces. No obstante,
hay ciento y una razonespara que un gobierno se decida a no utilizarlos"
Da miedo pensar que el profesor Galbraith
escribió esa frase en 1954.
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