Un dolor de espalda es el detonante de esta
historia: Estoy mucho mejor escrita por David Foenkinos. Tan simple como eso,
una molestia física que hace sacar a su protagonista la cabeza de entre la estrecha rutina en la
que vive, empezando un juego de interesantes consecuencias.
Cuando una realidad está marcada y los márgenes
son angostos, un simple detalle pesa tanto como un bloque de cemento, una
espada de fuego disfrazada en una caricia o un resistente dolor en las
lumbares, pueden hacer moverse unos límites que parecían eternos pero que no
resisten ni la primera embestida. Estos cambios llevan un tiempo, un
desmoronamiento y reconstrucción que va paso a paso, y es aquí donde se nota la
mano de Foenkinos, ya que sabe crear un universo de brillante cotidianidad para
después barrerlo con mano firme y tranquila.
Es en los diálogos donde se nota más esa capacidad
del escritor francés, intercambios de frases brillantes, chisposas y graciosas,
pero siempre creíbles y naturales que fluyen sin estridencias y marcando el
ritmo de la novela. Son especialmente graciosas las conversaciones que mantiene
el protagonista con Sophie Castelot, especialista en el "anárquico mundo
del orgasmo" y con su amigo dentista Édourd "el antídoto de la
heterosexualidad"
Debajo de esa maravillosa capa de humor late con retranca
un tema mucho más profundo: el conformismo, el protagonista ha encontrado
mentiras perfectas para adecuar su cabeza a la estrechez en la que vive. Un
gran ejemplo de ello es su proyecto de escribir un libro ambientado en la
segunda guerra mundial abandonado en sus años de juventud, luego nunca será
capaz de retomarlo, pero no afronta la verdad: no es capaz de escribir, la
disfraza con múltiples excusas: no tener tiempo, estar cansado, otras cosas corren
más prisa. Es tal su manera de achicar su objetivo de felicidad que se acaba
contentando con ver la torpeza de otras personas para sentirse mejor.
Foenkinos tiene una habilidad especial para crear
personajes entrañables, ya lo hizo en la Delicadeza y aquí vuelve a
conseguirlo, este protagonista sin nombre, no aparece en toda la novela,
tiene un encanto especial, quizás algunas de sus cualidades me hacen recordarme
a mí mismo, y también tiene el valor de enfrentarse a su dolor de espalda y con
ello a toda su mezquindad que se oculta en su vida.
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