martes, 22 de abril de 2014

El perfume del cardamomo - Andrés Ibáñez


Crear una colección de pequeñas joyas es una aspiración para cualquier coleccionista, reunir unos cuantos incunables, sellos codiciados y extraños vinilos, una brillante y cuidada serie de objetos relucientes para que puedan ser observados como en un museo, ésto es lo que consigue Andrés Ibáñez en El perfume del cardamomo, una suma de pequeños cuentos chinos, delicados como una de las flores que tanto le gustan al autor y preciados como lo que esconde una pinacoteca tras sus muros.

Estas historia, parábolas o cuentos están ambientados en China, sus nombres, paisajes y formas provienen del país de la gran Muralla, es como sumergirse en una pequeña introducción en la literatura de esa milenaria cultura, de hecho el propio Andrés Ibáñez recomienda unas cuantas obras para empezar a bucear en tan gigante océano. 

Hay varios de ellos de gran belleza pero yo destacaría aquellos en que el protagonista es el mensaje, como por ejemplo El alquimista negro y su perro, donde un animal dotado con el don del habla nos hace preguntas que nosotros nos deberíamos habernos hecho ya antes pero hemos pasado por alto. 

Quizás uno de mis favoritos es el Color Imposible, donde se habla del azul, "el color de todas las cosas imposibles y lejanas". "Nadie ha visto nunca el amor ni la nostalgia. Si tienen algún color, ha de ser el azul sin duda".

Cuanto más corto es el cuento, más original, sensual y luminoso se vuelve, un maravilloso ejercicio de concentración y originalidad que consigue el doble objetivo de despertar nuestro interés por una literatura muy poca conocida en España y admirar el talento creativo de Andrés Ibañez. Como muestra un botón os copio el relatito títulado: Nieves y Amapolas

"El camino que lleva a la montaña del oeste está salpicado de amapolas. Mi corazón se siente alegre cuando contempla estas flores felices, que danzan en la brisa como si estuvieran proclamando una victoria. Nada hay comparable en el mundo a ese color rojo salvo, tal vez, los recuerdos de una casa en medio de la nieve, en el norte donde vive alguien que nunca olvidaré. Y en mi memoria, y en mi amor, la nieve del norte se torna de pronto tan roja como las corolas de estas amapolas, que no me conocen, y que no saben quién soy"


lunes, 14 de abril de 2014

Cuando yo tenía cinco años, me maté - Howard Buten

La vida se puede complicar nada más comenzar, por las circunstancias que te rodeen o, lo que ya es más raro, por los hechos causados por el propio niño. Howard Buten cuenta una historia basada en esta segunda circunstancia. Burt es protagonista de una escena que puede cambiar su vida entera.

Tal hecho se nos desvelará al final de la novela, mientras Burt se encontrará recluido en un Centro de Internamiento Infantil, y allí el doctor Nevele tratará de entender las causas de su comportamiento, por la vía clásica en la psiquiatría, y también conocerá  a Rudyard que buscará el ganarse la confianza de Burton con comportamientos similares a los del niño.

Howard Buten es especialista en el tratamiento de niños con problemas y esto se ve claramente en el libro, como es capaz de meterse en la cabeza de Burton y explicar los razonamientos que hace, incoherentes desde el punto de vista de la lógica de un adulto pero despiadadamente coherentes bajo la óptica de una personita de cinco años, cuando tienes esa edad la vida imaginaria y real muchas veces se mezclan en uno denso y compacto por el cual se mueve el niño como pez en el agua pero es totalmente incomprensible para sus padres. ¿Quién no ha tenido un miedo irracional de niño? Por ejemplo, miedo a que saliese un monstruo de la taza del váter, cuando pensabas que algo se movía en el baño, eso te podía inducir a un lloro desconsolado, tan terrible como extraño para el resto.

Un libro que nos hace reflexionar sobre las cabezas de lo más pequeños y cómo funcionan diferentes a las nuestras, lección que se puede aplicar en general al género humano.





martes, 1 de abril de 2014

La utilidad de lo inútil - Nuccio Ordine

Saber lo que es un oxímoron quizás sea inútil, no vas a ganar más dinero por conocer lo que es, su importancia en la vida práctica es nula, pero este tipo de sapiencias hacen que nos distanciemos de los demás seres que habitan el planeta Tierra. Sólo el hombre investiga por el placer de investigar y de saciar su curiosidad, por el simple placer de ejercitar su mente en pensamientos teóricos y levantar construcciones basadas en el humo de sus propias neuronas ejercitándose a pleno rendimiento.

La tesis que defiende Nuccio Ordine es simple, lo que a simplemente parece inútil, sin una aplicación práctica o dineraria inmediata, es lo que hace avanzar a la humanidad, descubrimientos aparentemente etéreos después tienen cientos de ramificaciones a las cuales el común de los humanos podemos sacar jugo. Ahora, cuando se trata de recortar cuanto más mejor, cada vez es más complicado que se financie a esas cabezas iluminadas para que puedan dedicar todo su tiempo a curiosear por los infiernos de lo desconocido y los cielos de lo ignoto.

Nuccio Ordine escribe el libro basándose en mucha citas de clásicos y algunas de su propia cosecha que no desmerecen nada a las anteriores: "Ciertamente no es fácil entender, en un mundo como el nuestro dominado por el homo oeconomicus, la utilidad de lo inútil y, sobre todo, la inutilidad de lo útil (¿cuantos bienes de consumo innecesarios se nos venden como útiles indispensables?)" Entreteje perfectamente unas con otras para crear una masa coherente y férrea de pensamiento: "el hecho de ser inmune a toda aspiración al beneficio podría construir, por sí mismo, una forma de resistencia a los egoísmos del presente, un antídoto contra la barbarie de lo útil que ha llegado incluso a corromper nuestras relaciones sociales y nuestros afectos más íntimos".

Porque, quizás sea lo más importante, el conocimiento ni se compra ni se vende, es una de las pocas mercancías puras que existe, solo crece si se le riega y alimenta a base de esfuerzo, con lecturas, escuchando con atención, malgastando el valioso tiempo que la sociedad capitalista nos brinda para enriquecernos, mirando las estrellas de una lejana galaxia o contando las sílabas de un verso: "si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte. Y un país en donde no se comprende el arte es un país de esclavos o de robots, un país de gente desdichada, de gente que no ríe ni sonríe, un país sin espíritu; donde no hay humorismo, donde no hay risa, hay cólera y odio".

No debemos olvidar que todos, sepamos mucho o poco, podemos compartirlo sin perder nada de eso que conocemos, es una experiencia realmente enriquecedora donde las dos personas acaban ganando, uno porque amplía su campo de visión y el otro porque se da cuenta que es capaz de transmitir algo mucho más grande que el dinero y que nunca se gasta: felicidad

Increíble manifiesto, fundamentado en innumerables grandes personajes de la historia y en sus opiniones eternas.