La vida se puede complicar nada más comenzar, por
las circunstancias que te rodeen o, lo que ya es más raro, por los hechos
causados por el propio niño. Howard Buten cuenta una historia basada en esta
segunda circunstancia. Burt es protagonista de una escena que puede cambiar su
vida entera.
Tal hecho se nos desvelará al final de la novela,
mientras Burt se encontrará recluido en un Centro de Internamiento Infantil, y
allí el doctor Nevele tratará de entender las causas de su comportamiento, por
la vía clásica en la psiquiatría, y también conocerá a Rudyard que buscará el ganarse la confianza
de Burton con comportamientos similares a los del niño.
Howard Buten es especialista en el tratamiento de
niños con problemas y esto se ve claramente en el libro, como es capaz de
meterse en la cabeza de Burton y explicar los razonamientos que hace,
incoherentes desde el punto de vista de la lógica de un adulto pero
despiadadamente coherentes bajo la óptica de una personita de cinco años,
cuando tienes esa edad la vida imaginaria y real muchas veces se mezclan en uno
denso y compacto por el cual se mueve el niño como pez en el agua pero es
totalmente incomprensible para sus padres. ¿Quién no ha tenido un miedo irracional
de niño? Por ejemplo, miedo a que saliese un monstruo de la taza del váter,
cuando pensabas que algo se movía en el baño, eso te podía inducir a un lloro desconsolado,
tan terrible como extraño para el resto.
Un libro que nos hace reflexionar sobre las
cabezas de lo más pequeños y cómo funcionan diferentes a las nuestras, lección
que se puede aplicar en general al género humano.
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