Crear una colección de pequeñas joyas es una
aspiración para cualquier coleccionista, reunir unos cuantos incunables, sellos
codiciados y extraños vinilos, una brillante y cuidada serie de objetos
relucientes para que puedan ser observados como en un museo, ésto es lo que
consigue Andrés Ibáñez en El perfume del cardamomo, una suma de pequeños
cuentos chinos, delicados como una de las flores que tanto le gustan al autor y
preciados como lo que esconde una pinacoteca tras sus muros.
Estas historia, parábolas o cuentos están
ambientados en China, sus nombres, paisajes y formas provienen del país de la
gran Muralla, es como sumergirse en una pequeña introducción en la literatura
de esa milenaria cultura, de hecho el propio Andrés Ibáñez recomienda unas
cuantas obras para empezar a bucear en tan gigante océano.
Hay varios de ellos de gran belleza pero yo
destacaría aquellos en que el protagonista es el mensaje, como por ejemplo El
alquimista negro y su perro, donde un animal dotado con el don del habla nos
hace preguntas que nosotros nos deberíamos habernos hecho ya antes pero hemos
pasado por alto.
Quizás uno de mis favoritos es el Color
Imposible, donde se habla del azul, "el color de todas las cosas
imposibles y lejanas". "Nadie ha visto nunca el amor ni la nostalgia.
Si tienen algún color, ha de ser el azul sin duda".
Cuanto más corto es el cuento, más original,
sensual y luminoso se vuelve, un maravilloso ejercicio de concentración y
originalidad que consigue el doble objetivo de despertar nuestro interés por
una literatura muy poca conocida en España y admirar el talento creativo de
Andrés Ibañez. Como muestra un botón os copio el relatito títulado: Nieves y
Amapolas
"El camino que lleva a la montaña del oeste
está salpicado de amapolas. Mi corazón se siente alegre cuando contempla estas
flores felices, que danzan en la brisa como si estuvieran proclamando una
victoria. Nada hay comparable en el mundo a ese color rojo salvo, tal vez, los
recuerdos de una casa en medio de la nieve, en el norte donde vive alguien que
nunca olvidaré. Y en mi memoria, y en mi amor, la nieve del norte se torna de
pronto tan roja como las corolas de estas amapolas, que no me conocen, y que no
saben quién soy"
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