John Williams habla del gris y del marrón, de
esos tonos de color que se confunden con el suelo y el pavimento, que generan
la mayoría de paisajes que nuestros ojos contemplan, el protagonista de la
novela: William Stoner es un claro ejemplo de ello, un ser que no se distingue
de entre sus semejantes, aplastado contra el lienzo de la normalidad y
vulgaridad, su relieve no se alcanza a distinguir si te alejas diez pasos de la
pintura: Un profesor asistente de literatura con sólo una obra publicada, uno
como tantos entre los miles que han existido y existirán, uno tan diferente al
resto como lo son dos copos de nieve, solo se distinguen sus diferentes aristas
si te acercas a ellos con la suficiente calma.
Su vida es normal, sin extraordinarios avatares o
estridencias típicas de los argumentos de las novelas. Encuentra su vocación en
la enseñanza y una mujer con la que casarse de manera temprana, su existencia
está encauzada en unos railes los cuales nunca abandonará. Un tipo
encasillado en los márgenes de la habitualidad, un día a día anclado en los
pilares de la rutina, un perdedor alejado de las alfombras rojas y de las
portadas de los periódicos.
Pero John Williams hace que su personaje; Stoner
sea mucho más que eso, la mirada de alguien ajeno a él podría muy,
fácilmente, calificarle como un ser anodino carente de interés, pero el autor
nos hace acercarnos poco a poco a su figura, para ir descubriendo que bajo ese
traje gris recubierto del polvo de los libros antiguos que adora, resplandece,
irradia, emite una luz propia que provoca que vibre en el aire un
halo de amor distintivo y único de Stoner.
Y la clave de esa manera de contemplar a Stoner
de dos manera distintas se ve en este pasaje de la obra: La memoria de Stoner
recorría los hechos de su vida, y los calificaba como suspensos, pero de
repente, "recordó vagamente que había estado pensando en el fracaso...
como si importará". Y en esta frase está todo el sentido de la obra
de Williams, ya que Stoner, lo había hecho todo lleno de desinterés, paciencia
de orfebre y mirada de relojero, cuando se hace eso, no se fracasa, se vive.
Williams crea un antihéroe que es un
verdadero apóstol de la vida: "No se trataba de una pasión
ni de la mente ni de la carne; era más bien una fuerza que comprendía a ambas,
como si fuese, más que un asunto de amor, su sustancia específica. A una mujer
o a un poema, simplemente decía: ¡Mira" Estoy vivo". Roto el
gris en millones de teselas de colores ilumina con su ejemplo nuestra opacidad,
una canción que nos haga estremecer, un beso tierno y lento en la mejilla que
te haga sentir electricidad en la espina dorsal, un rayo de sol que caliente
tus pies en el frio invierno, un paseo viendo los cambios producidos en una
calle mil veces transitada, esa es la vida donde no cabe el fracaso, donde solo
se alberga la luz, en la cual el gris es solo un disfraz.
Stoner, me ha hecho vivir en todas sus facetas:
llorar, hundirme, reír y resurgir.
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