jueves, 12 de julio de 2007

Terrible

Hay veces que llegan a tus oídos historias como sacadas de la ficción que parece que no van a suceder en la realidad, pero realmente ocurren.
El lunes pasado el padre de mi compañera murió, de una neumonía, provocada por el parkinsonismo que venía sufriendo desde hace varios años. Uno de los efectos de esta enfermedad es que el paciente pierde el control de los músculos que controlan la deglutición, es decir no traga bien los alimentos. Ésto hace que algunos pedazos de comida se queden en sus pulmones y se pudran convirtiéndose en un foco de infecciones como la neumonía.
El parkinsonismo es una enfermedad del sistema nervioso que poco a poco va limando la capacidad del cerebro y del sistema nervioso, te vas convirtiendo en un vegetal, que no es capaz de hacer nada más que las funciones básicas de la vida (esto no sucede en todo los casos, la enfermedad puede quedarse en los clásicos temblores de manos). Según me ha contado mi compañera, su padre se debió de ir dando cuenta que cada vez estaba peor porque les firmó un poder notarial a sus hijos para que éstos hiciesen y deshiciesen en caso de necesidad, caso que no tardó mucho en darse.
Hace un año tuvo otro ataque de neumonía del cual se recuperó pero en muy mermadas condiciones, tenía que vivir sondado permanentemente, ya no podía dar ni un paso por si solo, y cada vez estaba menos consciente. O al menos eso es lo que queremos creer ya que mi compañera me ha comentado que en al menos dos ocasiones (que ella sepa) su padre le rogó a su madre que: "Por favor, si tanto me quieres, matame".
La esposa por supuesto hizo caso omiso de esa petición, imaginad: llevaban juntos desde los quince años, debían ser uno de esos amores de cuento de hadas o de "peli de tres de la tarde en antena 3", como iba ella a concebir tal locura, matar a su marido, a su único y verdadero amor, achacaría la frase a las pastillas que le daba y punto.
Pero pensad un momento, solo un momento , que el enfermo tuviese consciencia, pero que no fuese capaz de expresarla, que las conexiones nerviosas que hacen que las ordenes del cerebro lleguen al lugar adecuado estuviesen rotas pero él siguiese viendo o sintiendo, por lo tanto él no puede comunicarse con el exterior pero sabe todo lo que pasa a su alrededor. Valga este símil: cuando estamos sanos tenemos una carretera de dos sentidos en el cerebro: van y vienen impulsos nerviosos, pero al enfermar se hubiese cortado el carril de salida y el otro continuase funcionando ¿No sería coherente su petición? Él vería como le sondan, como le lavan, le dan de comer, como toda su dignidad se viene abajo y no solo ante sus seres queridos, sino también ante perfectos desconocidos (médicos, enfermeras, cuidadores...) y lo más terrible de todo, como es incapaz de comunicarse con los demás.
Siempre he pensado que en estos casos los enfermos pierden totalmente la consciencia y no saben lo que pasa, que "viven" en un limbo beatífico, pero si no fuese así, y ¿si realmente si lo supiesen? No me creo capaz de concebir un castigo más terrible que ese.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanta razón tienes Brausen. Por desgracia a veces algunos enfermos son conscientes de su problema hasta tal punto que incluso en su mente lo agravan, hecho que puede tener consecuencias graves para lo que es la enfermedad en sí. Hablo del caso de un familiar mío en concreto, no era parkinson lo que tenía pero sólo es para que supieras que fue consciente de cada paso que iba dando en la enfermedad.
mua

Anónimo dijo...

Cuando estas en una situacion asi,la mente es sabia y se bloquea ante la posibilidad de que se acabe todo. Asi que solo te permite pensar en hacer todo lo posible para salir de esa situacion. Aun asi, creo que deberia ser mucho mas sabia y dejarte en un estado placebo, de duermevela hasta el punto de inconsciencia que permite el sueño y que sea un sueño sin retorno. Es un horror esperar un fin asi..

Anónimo dijo...

Ante estas situaciones, nos volvemos egositas. Sólo queremos que la persona enferma "dure" lo más posible en unas condiciones que son inhumanas. A pesar de la enfermedad en algún momento hay lucidez y consciencia sobre la situación en la que se encuentran, estoy segura. Recuerdo a mi abuela. La demencia senil o alzheimer -no estaba muy claro- se apoderó de ella y vi como se consumía poco a poco. Había días que de repente lloraba sin motivo aparente y la mañana antes de su muerte salí de casa a trabajar, le di un beso y me abrió los ojos. Hacía días que ya no era capaz de abrirlos. Vi en ellos una expresión de Hasta Siempre.

Brausen dijo...

Gracias por compartir vuestras experiencias.

Siempre vuestro.