miércoles, 23 de mayo de 2012
La vida instrucciones de uso - Georges Perec
Georges Perec fue un escritor francés que vivió en el siglo XX y experimentó con el noble arte de la novela, sin imponerse limites. Llegó a escribir: El Secuestro, obra en la cual no usaba la letra E, la más común en francés, en español el traductor, digno de todo elogio, eliminó la a.
Centrándonos en la obra que da título a esta entrada, el argumento es bastante fácil de resumir y bastante complejo de realizar: la historia de los habitantes actuales y pasados de un edificio de Paris situado en la calle: Simon-Crubellier. Perec no escatima en detalles, ya sea en las profusas descripciones de las estancias del bloque (que en algún punto se pueden hacer excesivas) o en las historias que muchos de sus habitantes han vivido. Magníficas muestras de imaginación: el hombre que se dedicaba a eliminar las palabras que han sido olvidas del diccionario, áquel que pensó comprar el Santo Grial o el viejo bibliotecario que buscaba pruebas para demostrar muestras de que Hitler estaba vivo.
Pero sin duda en el centro de este entramado ajedrecístico, la historia va saltando de estancia a estancia siguiendo el movimiento de un caballo, es Bartlebooth. Nacido en una familia con las espaldas bien cubiertas, decide entregar su existencia a una tarea tan vana y espuria como otra cualquiera: pintar acuarelas en diferentes partes del mundo, siempre puertos, que luego serán convertidas en puzzles y él mismo reconstruirá.
Para ello aprende, con más esfuerzo que talento, el sutil arte de la acuarela de mano de Valene. Viajará a diferentes partes del mundo siempre acompañado por Smauft y por último será Winckler el que le haga los delicados puzzles que él tanto aprecia, partiendo de la marina pintada por el excéntrico ingles. El proceso tiene un final falta, cada vez que Bartlebooth acaba un rompecabezas debe ser destruido en el mismo lugar en el que fue pintado.
Es la teoría del Puzzle la que impulsa el libro, una pieza suelta del rompecabezas no significa nada, es una completa perdida de tiempo, aislada de sus iguales no es más un pedazo de madera gritando sordamente que le pongan en su lugar. Unidas, poco a poco las teselas dejan ver su secreto: la imagen que esconden y ellas mismas desconocen. Pero son muchos los trucos que Winckler lanza, a distancia como un dios ajeno, a Bartlebooth para evitar que salve a las piezas de su perdición. El libro de Perec es un gran puzzle, o mejor dicho varios puzzles que se entremezclan y en los cuales unas piezas encajan con otras con una naturalidad manifiesta y otras se pierden en búsquedas inútiles ya que un viento caprichos les llevo a una caja equivocada.
Magnífico libro, un dechado de capacidad creadora, con guiños que muchos autores han usado con posterioridad, aquí hay mucho de lo que después se puede leer en Baricco o Asuter.
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