Todos tenemos una herencia, ya sea grabada en el tuétano
de nuestros huesos, cincelada en nuestra memoria o conservada en algunos
objetos legados de generación en generación. Las dos primeras son las
importantes, las que marcan lo que decidimos no ser y lo que podemos soñar, la
otra es circunstancial, aleatoria, tan frágil como la menoría a la que trata de
aferrarse este libro.
Edmund de Waal se servirá de los objetos para
llegar a lo más íntimo, en un viaje a través de la historia de su familia, de
sus propias entrañas, para descubrir de donde viene. La excusa para emprender
tal trayecto: son unos netsuke que recibe como herencia de su tío. Los netsuke
son unas esculturas japonesas en miniatura, realizadas en diversos tipos de
materiales. Edmund bucea en el libro por las vicisitudes de su recién adquirido
legado y, en ese recorrido, encontrará la herencia oculta (subtitulo del libro)
que le dio su familiar.
Las paradas de Edmund son: Paris, Viena, Tokio y
Londres y en cada una de ellas camina de la mano (nunca mejor dicho ya que
siempre lleva uno encima) de los delicados netsuke descubriendo al ancestro
que los poseyó en ese momento. Charles Ephrussi fue el que comenzó la colección, comprándola
en un bazar especializado en arte japonés, cuando en Francia se convirtió en
moda todo lo procedente del lejano y desconocido oriente. La familia Ephrussi
consiguió su fortuna comerciando con grano en Odesa, y a finales del siglo XIX,
sus establecimientos financieros controlaban los centros más importante de
Europa, por lo tanto Charles podía hacer grandes desembolsos en su mayor
pasión: el arte.
Edmund de Waal no es un escritor, es un
ceramista, y esta obra es como un juego de café, compuesto de diversas partes
pero con una idea común: entender a los poseedores de los Netsuke. Quizás esa
es la clave de este libro, el autor no se contenta en ningún momento acumulando
datos y más datos de su familia, trata de comprender porque hicieron lo que hicieron,
porque decidieron colocar las miniaturas en un vestidor o en una salita de
estar, porque eligieron un fondo con espejos en vez de uno opaco para la
vitrina donde los exponían en las fiestas.
Para llegar más lejos en este viaje tan lleno de
curvas, el autor no sólo utiliza las cartas y demás escritos que han llegado a el
procedente de sus antepasados; lee los libros que dominaban el paisaje en Paris
o Viena, a los envidiosos enemigos de la familia Ephrussi, a los demagogos
antisemitas que lanzaban diatribas contra ellos y textos históricos para
comprender, por ejemplo, en que situación se encontraba Austria después de que
su canciller Schuschnigg huyese y se proclamase el Anschluss (anexión de
Austria al tercer Reich)
Magnífico libro que nos hace entender un poco más
a unas personas en concreto, los Ephrussi, y con ellos toda una época, tan
plagada de luces y de las más terribles sombras
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