martes, 9 de octubre de 2012

La liebre con ojos de ámbar - Edmund de Waal

Todos tenemos una herencia, ya sea grabada en el tuétano de nuestros huesos, cincelada en nuestra memoria o conservada en algunos objetos legados de generación en generación. Las dos primeras son las importantes, las que marcan lo que decidimos no ser y lo que podemos soñar, la otra es circunstancial, aleatoria, tan frágil como la menoría a la que trata de aferrarse este libro.

Edmund de Waal se servirá de los objetos para llegar a lo más íntimo, en un viaje a través de la historia de su familia, de sus propias entrañas, para descubrir de donde viene. La excusa para emprender tal trayecto: son unos netsuke que recibe como herencia de su tío. Los netsuke son unas esculturas japonesas en miniatura, realizadas en diversos tipos de materiales. Edmund bucea en el libro por las vicisitudes de su recién adquirido legado y, en ese recorrido, encontrará la herencia oculta (subtitulo del libro) que le dio su familiar.

Las paradas de Edmund son: Paris, Viena, Tokio y Londres y en cada una de ellas camina de la mano (nunca mejor dicho ya que siempre lleva uno encima) de los delicados netsuke descubriendo al ancestro que los poseyó en ese momento. Charles Ephrussi fue el que comenzó la colección, comprándola en un bazar especializado en arte japonés, cuando en Francia se convirtió en moda todo lo procedente del lejano y desconocido oriente. La familia Ephrussi consiguió su fortuna comerciando con grano en Odesa, y a finales del siglo XIX, sus establecimientos financieros controlaban los centros más importante de Europa, por lo tanto Charles podía hacer grandes desembolsos en su mayor pasión: el arte.

Edmund de Waal no es un escritor, es un ceramista, y esta obra es como un juego de café, compuesto de diversas partes pero con una idea común: entender a los poseedores de los Netsuke. Quizás esa es la clave de este libro, el autor no se contenta en ningún momento acumulando datos y más datos de su familia, trata de comprender porque hicieron lo que hicieron, porque decidieron colocar  las miniaturas en un vestidor o en una salita de estar, porque eligieron un fondo con espejos en vez de uno opaco para la vitrina donde los exponían en las fiestas.

Para llegar más lejos en este viaje tan lleno de curvas, el autor no sólo utiliza las cartas y demás escritos que han llegado a el procedente de sus antepasados; lee los libros que dominaban el paisaje en Paris o Viena, a los envidiosos enemigos de la familia Ephrussi, a los demagogos antisemitas que lanzaban diatribas contra ellos y textos históricos para comprender, por ejemplo, en que situación se encontraba Austria después de que su canciller Schuschnigg huyese y se proclamase el Anschluss (anexión de Austria al tercer Reich)

Magnífico libro que nos hace entender un poco más a unas personas en concreto, los  Ephrussi, y con ellos toda una época, tan plagada de luces y de las más terribles sombras



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