domingo, 19 de agosto de 2007

Los Culebrillas.

Brausen se ha despertado hoy levantisco, con un ardor guerrero perdido durante años, como Theoden de Rohan ha abandonado su sueño de paz, tiene una misión y la piensa cumplir.

Hay un nuevo tipo de juventud, deleznable como pocas, que se expande como un cancer por la sociedad española. Los llamaremos Culebrillas.
Si acudimos a la Real Academia de la Lengua, cosa que nunca haría un auténtico Culebrilla, nos encontramos ante varias acepciones de esta palabra véase: 1. f. Enfermedad viral que se manifiesta por un exantema en el que las vesículas se disponen a lo largo de los nervios, por lo cual son muy dolorosas. Estos chicos son humanos y, aunque muchas veces parecen seres unicelulares, no les podemos aplicar esta definición, probemos con otra.
3. f. Hendidura que queda en los cañones de los fusiles y otras armas de fuego cuando el hierro no está bien trabajado. Estos alegres jóvenes son carne de cañón (nunca mejor dicho) para el ejercito español, pero, gracias al Altísimo, no están hechos de hierro. Haremos un último esfuerzo con la RAE.
1. f. Especie de culebra de pequeño tamaño. Vive en sitios húmedos y puede nadar gracias a las rápidas ondulaciones de su cuerpo. He de confesar que no he visto a los Culebrillas en el medio acuático y no se si se transportan de un punto a otro gracias a ondulaciones de su cuerpo o aletas dorsales.
No me queda más remedio que definirlos con mis propias palabras: Son seres humanos, algunos con aspecto simiesco, que suelen habitar en la península Ibérica, con más densidad de población en el sur de la nación. Su edad puede variar entre los quince años (no se pueden descartar casos más precoces) y los treinta.
Se les reconoce facilmente, llevan un peinado francamente estiloso, rapados por arriba y con algunos pelillos extralargos que les nacen de la coronilla y pueden llegar hasta más debajo del hombro. Creo que la longitud y espesura de estos cabellos indica el grado de aristocracia alcanzado en la jerarquía de la tribu en la que viven. Suelen ir vestidos con camisetas del Niño y pantalón de chándal a ser posible blanco. Todo ello ajustadísimo a sus cuerpos. Son muy ostentosos con los complementos, grandes cadenas doradas o plateadas dignifican sus cuellos y gruesos sellos o anillos de oro adornan sus dedos.
No son descartables los pircings en su cuerpo y en su rostro suele haber alguno clavado en plan chincheta en un corcho.
Hablan a gritos como si hubiesen retrocedido un par de peldaños en las evolución, no terminan de vocalizar correctamente, se desplazan en motillos o coches tuneados (un coche de un culebrilla llevará al menos las lunas tintadas y alguna pegatina del radical plantificada en morro o trasera del vehículo). Se mueven en manadas entorno a la docena de miembros y siempre hay un líder.
Son de complexión delgada, escuálida en la mayoría de los casos, imagino que es debido a su nerviosismo que les hace estar todo el rato haciendo cuchufletas y cucamonas del peor de los gustos. De todas maneras en sus tribus suele aparecer uno de ellos que es el más gordo, y otro que está muy musculado. El piraña siempre ha sido un clásico de grupo de amigos, el cachas es el deportista también habitual en todo conjunto de hombres reunidos, pero que ahora la sociedad le impulsa hacia la vigorexia.
Un dato inequívoco para saber si una persona es un Culebrilla o un simple mortal es el siguiente: van siempre con el móvil en la mano poniendo "temas" a todo volumen para que todos tengamos el placer de escuchar: regueton, techno de ese insoportable o el flamenquillo más rancio que se os pueda ocurrir. Esto suele ser de lo más irritante en los medios de transporte público y me hacen reconsiderar mi postura de no tener coche.
Actualmente han mejorado y tras una ardua investigación, los Culebrillas siempre están pensando en como alcanzar más altas cuotas de notoriedad pública, se han hecho con una serie de megáfonos que se venden por ferias y fiestas populares. Esto hace que podamos oír sus siempre divertidas ocurrencias sin problemas en cualquier circunstancia y que te regalen el temazo de moda a todo volumen radiado por el incansable altavoz ambulante.
Os ruego queridos amigos que tomemos las medidas oportunas, por algún instante me he sentido con ganas de montar un comando ambulante de encapuchados e ir dando de palos a estos personajillos, pero como en el fondo no soy violento, os invito a que cuando veáis a un grupo de Culebrillas os sentéis con ellos a dialogar, explicarles las bondades de la lectura, las maldades de las drogas y lo atractiva que pueden ser las mujeres sin diez kilos de oro en u cuerpo.
Es duro lo sé, pero nos jugamos el futuro.

Brausen recomienda un "temazo" que va a radiar a todo su barrio en cuanto se compre un megáfono último modelo, canción: Love you More, grupo; The Hours. Creo que expresa perfectamente lo que es el amor para un hombre medio, os copio unos versos:
I love you more than my record collection,
I love you more than my football team,
I love you more than my Adidas trainers,
If you knew me better you'd know how much that means.

4 comentarios:

narradora de bolsillo dijo...

Buena y simpática descripción.

Añadiría al uniforme "culebril" las deportivas dos números más grandes, que siempre van arrastrando, posiblemente por la dificultad que implica el caminar con ellas. Llaman la atención, especialmente, los cordones siempre desatados, que pueden ser vistos a cientos de metros de distancia por su estridencia y luminosidad.

Me apunto a la "lucha".

Anónimo dijo...

Como te enganche por la calle con mi cola te voy a dar a ti culebrilla!

Anónimo dijo...

jajajaja. Aqui en mi tierra se llaman Kanis, veo que la moda de los megáfonos no tiene fronteras.Tiene que haber de todo en la viña del señor...el problema es que haya tantos de ese tipo!!Esperemos que sólo sea una moda pasajera de principios de sXXI...

Anónimo dijo...

La primera definición me parece correctísima para aplicarla a estos personajillos: a mi me duelen mucho.


Saludos variados y en diferentes idiomas.