domingo, 9 de septiembre de 2007

Seguidores de mentiras

Brausen piensa que los bocatas de choricito frito saben mejor en las fiestas populares que en ningún otro lugar, aunque te lo cobren a precio de caviar, el maestro se los come con mordiscos inimitablementes ansiosos.

Acabo de terminar un libro de Bolaño, Mounseir Pain, que como todo lo que he leído de este escritor chileno/mejicano/español es altamente recomendable. Trata sobre un pobre diablo Pierre Pain, enamorado de una viuda y envuelto, como no a causa del amor, en una serie de acontecimientos extraños. El protagonista es un Mesmerista, fue una corriente "médica" creada por Franz Anton Mesmer allá por el siglo XVIII. Consideraba que en todos nosotros hay un magnetismo animal que fluye en nuestro cuerpo, cuando esta "corriente" tiene algún problema para circular se crean las enfermedades que todos conocemos. Sus tratamientos se basan en colocación de imanes y otra clase de remedios magnéticos. Aunque posteriormente James Braid, sobre algunas de las investigaciones de Mesmer, descubriese la hipnosis, su maestro trató de exponer sus teorías ante la academia de Ciencias de París, con ningún exito y fue obligado a dejar sus prácticas médicas por considerarlas no científicas.
Mesmer desaparece y de los últimos años de su vida no se sabe nada. Posteriormente se crearían corrientes "neomesmeristas" basadas en la hipnosis.
Por supuesto, este hombre contó con muchos adeptos, desde la nobleza al vulgo, que le creyeron y siguieron como a un maestro. Yo me pregunto: ¿cómo se sentirían sus seguidores al ver que la Academia rechazaba las tesis de su maestro? Traicionados, destrozados, heridos, lacerados, infinitamente vejados o quizás por el contrario tomaron la opción contraria y apoyaron al genio incomprendido por los envidiosos miembros del Sanedrín científico.
Se darían más del primer caso que del segundo, gente quebrantada en su fe que se considerase engañada y que sus esfuerzos han sido malgastados por un titiritero, ilusionista de sombras. Corazones despechados que pasan de la admiración al desprecio como un amante traicionado.
Pero pensemos otra posibilidad, ese seguidor de Mesmer, que muere antes de que se refute su teoría ,lo mismo puedo hablar de Mesmer, que Ptolomeo que creía que la tierra es el centro del universo, por no meterme en el proceloso campo de las religiones. Esta persona moriría feliz, tan creyente como el primer día en las enseñanzas aprendidas. Seguro de su fe.
Quien sabe si dentro de poco, o de mucho, alguien es capaz de demostrar que el Universo no es más que un acuario perteneciente a un ser gigantesco que se divierte viéndonos desde detrás del cristal. La verdad y la mentira son tan relativas como el movimiento, y existen con fecha de caducidad. ¿quién dudaba en el siglo XIII que Dios nos había creado a su imagen y semejanza? Ahora todos pensamos o, quizás haya que decir creemos ya que hay mucha fe detrás de esa afirmación , que hemos evolucionado del simio.
Y me voy a dejar resbalar un poco más por las mentiras, cotidianas en este caso, que no hacen otra cosa que facilitarnos la vida, porque nadie puede vivir eternamente inseguro. ¿No es acaso un acto de confianza total creer en las palabras del amante que te dice: "Te quiero"? ¿no hay en el mundo mucha más fe de la que creemos? Todos necesitamos creer en algo aunque sea en una mentira.

Brausen recomienda un libro de Milan Kundera: "La identidad", habla de como una pareja puede destruirse si se pierde la confianza en la mirada del otro.
Brausen medita en hacerse una lista con todas las recomendaciones que hace ya que dentro de poco empezará a repetirlas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No te creas las verdades, pero menos las mentiras.


saludos domingueros

Anónimo dijo...

Creer, o no creer, esa es la cuestión.