Me dejo llevar muchas veces por la magnificencia de la grandiosidad, heroísmo y épica entran por los ojos como ideas fosforescentes que copan todo el cerebro. Respiro el olor a sangre derramada en antiguos campos de batalla de los cuales solo quedan vivas las letras impresas que se amontonan en las estanterías de cualquier librería. Millones de vidas y muertes sucedidas en el pasado, estatuas erosionadas por el viento en plazas públicas, piedras enterradas por toneladas de polvo. Otra gente se deja llevar por ídolos de barro recubiertos de oro, futbolistas, presentadores de televisión o simples fantoches guiados por cerebros que no son los suyos.
Hay muchas cosas pequeñas que nos rodean, y en la mayoría de los casos nos arropan humildemente sin aires de grandeza, día a día nos abrazan con una palabra o con una sonrisa, están ahí mirándote, cuidándote, preguntándote, luchando por nosotros. Puede ser un libro o una persona, una estrella o un chiste, un beso o un edificio. Quizás no nos demos cuenta porque no son extraordinarias, no son espectaculares, sin artificios a los cuales admirar, su grandeza esta dentro de su pequeñez. Hay que destilarlas, absorberlas, digerirlas y sudarlas para comprender su intima esencia, esencia relacionada con nuestra propio alma . Ver en su constancia y calor, su extraordinaria sencillez que nos hace la vida más agradable. Una vida llena de grandeza no esta llena pero una vida llena de pequeñas cosas puede ser plena y feliz.
1 comentario:
Si no fuera por esas "pequeñas" cosas, ¡qué triste sería nuestra existencia!.
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