martes, 1 de noviembre de 2011

El Caballo Desnudo - José Luis Sampedro

Al leer El Caballo Desnudo no podía evitar ir poniendo cara de actores españoles a los personajes, de hecho pensaba que algún director de principios de los noventa, la novela se escribió el año de las olimpiadas de Barcelona, ya hubiese hecho la película. Para Evangelina: Emma Suarez, de Marcelo: Jorge Sanz, de Padre Pelagio: Saza y del sibilino Don Leonardo: Andrés Pajares. Para mi sorpresa nadie lo ha hecho todavía, ¿Será porque el espacio temporal es 1917 y no 1936?
Centrándome en su argumento, Sampedro crea un pueblo ficticio para desarrollar la trama, recurso que ya usó Galdos con Orbajosa, el Santa María de Onetti o la Vetusta de Clarin. En este caso el autor denomina a su población: Villabruna. Esta ilustre villa es el compendio de todas las características de la España de 1917:  la Iglesia tiene una gran influencia, el poder económico se divide entre dos o tres caciques, que se van turnando el poder político según soplen los vientos en Madrid, todo ello atentamente vigilado por el ejercito, dispuesto a desvainar su espada si lo considerase necesario.
Todos estos rasgos aparecen fielmente reflejados en el Caballo Desnudo, analizados y zaheridos por una trama esperpéntica pero no alejada de la realidad: una camapaña cívica que se forma para cubrir los genitales de los animales, ya que se considera inmoral que vayan mostrando sus partes pudendas alegremente por las calles de Villabruna.
La impulsora de esta medida es la protagonista del libro: Evangelina, una joven dominada por la estricta rigidez de costumbres de la villa. El argumento nos hará ver como lucha contra los deseos naturales que alberga su cuerpo lanzandose a promover tan digna obra moralizadora. Eva se debate entre las influencias de Don Rafael, su director espiritual y Adela una de las Pías Damas y maestra en el arte de la hipocresía.
Sampedro no deja títere con cabeza, analiza como, cada villanubrense trata de sacar tajada económica de la nueva moda moral, ya sea comprando terrenos para especular (es una costumbre secular la que alberga nuestra sangre hispánica) o acaparando la tela necesaria para cubrir los genitales de los animales.
Su lectura es muy fácil, está escrito con maestría e ironía, demostrando a los lectores como todo el edificio de Villabruna se sostiene sobre unos cimientos tan arrogantes por fuera como vacíos por dentro.

3 comentarios:

reinasinespejo dijo...

José Luis Sampedro es un señor escritor, supongo que cuando muera (espero que dentro de muchos años) será cuando se le reconozca realmente su mérito.

Recomiendo "La vieja sirena" y por supuesto, "La sonrisa etrusca", maravilloso.

Anónimo dijo...

Leí La Sonrisa Etrusca y creía que esta, El Caballo Desnudo, mantendría la calidad de aquella. No es así su estilo es pedante, y farragoso. Quiere emular el tono oficialista en el lenguaje de la época franquista en la que se desarrolla. Solo consigue irradiar monotonia. Me ha defraudado.

Anónimo dijo...

Leí La Sonrisa Etrusca y creía que esta, El Caballo Desnudo, mantendría la calidad de aquella. No es así su estilo es pedante, y farragoso. Quiere emular el tono oficialista en el lenguaje de la época franquista en la que se desarrolla. Solo consigue irradiar monotonia. Me ha defraudado.