martes, 28 de febrero de 2012

Las buenas intenciones - Max Aub

Menos mal que las buenas intenciones son livianas como suspiros, sino el mundo se hundiría bajo su peso.  Todos tenemos unas cuantas al día: comer menos, andar más, no ver la televisión o llamar a alguien con el cual hace mucho que no hablamos. Casi nunca se llevan a cabo, se olvidan, llegan como se van, volando.
El libro de Max Aub trata de las buenas intenciones de su protagonista: Agustín Alfaro, un buen chico, como describe el propio autor nada más comenzar la obra, que se ve envuelto en un entuerto sin comerlo ni beberlo, y para más INRI, empujado a él por una de las personas que menos se podía imaginar: su padre.

Jose María Alfaro engatusó a una joven planchadora, Remedios, con bellas palabras, caradura y algo de plata. Como resultado de esta relación Remedios tiene un retoño, que por su puesto no reconoció. La solución de don José María es sencilla, el no va a ser su  padre, va a ser su abuelo. Sin comerlo ni beberlo el bueno de Agustín se encuentra con una criatura en sus brazos. Las buenas intenciones del padre forzoso evitan que se le revele la verdad a la falsa abuela, a la cual se le rompería el corazón por doble motivo; primero perdería el nieto que acaba de llegar a su vida y segundo, descubriría que su marido no es tan fiel como ella pensaba. El resto del argumento no hace falta resumirlo, es una delicia dejarse guiar por la sabia mano de Aub para descubrir lo que va sucediendo.

Con esta obra vemos un ejemplo práctico, ficticio si, pero quizás más común de lo que pensamos, de como las buenas intenciones pueden provocar más daño del que solucionan. En este caso la figura del "abuelo/padre" es el que se aprovecha del buen corazón de Agustín para salir de rositas de un embrollo que él solo se había buscado.

A veces hay que saber que decir que no, aunque eso pueda provocar dolor en otras personas, las buenas intenciones y las mentiras piadosas pueden tener un final terrible, más aún si no salen de dentro de la persona que las tiene que ejecutar sino que son impuestas por otros. Esa frase que tanto oímos estos meses en boca de muchos políticos para empujarnos a obrar según sus designios: "Hay que hacer lo que hay que hacer porque sino..."

Os recomiendo está obra de 1954, su lectura es amena, saca más de una carcajada y hace reflexionar ya que el transfondo de su mensaje es profundo.

1 comentario:

reinasinespejo dijo...

Cada vez más rojillo te leo, Brausencito...